Las mujeres y las personas con hijos están más dispuestas a pagar por mejoras ambientales

El doctor de la UPV/EHU David Hoyos. FOTO: Archivo BBN

REDACCIÓN BBN

¿Qué elegiría usted si tuviera que optar entre la recuperación de un bosque autóctono o la expansión de viñedos en la zona? Un estudio desarrollado por dos doctores de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) concluye que la disposición a pagar por mejoras ambientales (la primera de las opciones) es mayor en mujeres que en hombres; es mayor en personas con hijos, con respecto a las que no los tienen; y es mayor cuanto más aficionada sea la persona a tener contacto con la naturaleza.

La elección de una u otra opción (bosque autóctono o viñedos) fue utilizada por los investigadores para medir el impacto en el bienestar que tienen para las personas estos diferentes usos del suelo. Es decir, se dieron a elegir, en ese caso, la promoción de valores ecológicos frente a la promoción de usos más comerciales del suelo. Los autores del estudio, los doctores David Hoyos y Petr Mariel, del Departamento de Economía Aplicada III de la UPV/EHU, concluyeron tras analizar las respuestas que»la promoción de valores ecológicos del área suponía un beneficio social estimado entre 57 y 265 millones de euros anuales». Además, en el estudio se pudo observar que se obtenía un mayor beneficio social cuando se promocionaban valores ecológicos sobre las explotaciones comerciales.

El doctor de la UPV/EHU David Hoyos. FOTO: Archivo BBN
El doctor de la UPV/EHU David Hoyos. FOTO: Archivo BBN

Los investigadores han tratado de explicar por qué la disposición a pagar por mejoras ambientales es diferente en unos individuos y otros. Para ello, incorporaron información actitudinal ambiental sobre las personas encuestadas (en relación, por ejemplo, al reciclaje, a la afición por la naturaleza…), con el fin de entender más detalladamente por qué eligen unas opciones u otras. Se utilizó información recogida en una escala empleada en psicología, sobre las actitudes ambientales de las personas encuestadas, para clasificar a los individuos.

Gracias a esta nueva aplicación, además de gestionar un espacio natural teniendo en cuenta las preferencias de la gente, se pueden diseñar políticas públicas más eficientes, ya que, según explica Hoyos, «las instituciones públicas tienen información más detallada de cómo se reparten entre la población esas preferencias». Además, una vez que se caracteriza a la población, se pueden diseñar políticas ambientales más específicas. «Por ejemplo, podemos entender que el perfil de hombre sin hijos no montañero es un perfil social que necesita una sensibilización más específica», aclara.

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