LIBE MIMENZA CASTILLO – BBN
El Presidente de Banca Etica presenta en Bilbao su libro “El valor del dinero”
Ugo Biggeri (Florencia, 1966) es licenciado en Física. Después de trabajar algunos años en la universidad, empezó a dedicarse al campo medioambiental y, posteriormente, al de las finanzas éticas. En la actualidad es presidente de Banca Etica. Paralelamente imparte clases sobre finanzas éticas y microcréditos en la universidad. Lo hemos entrevistado a raíz de la presentación de su libro El valor del dinero: Banca, finanzas y ética, más allá del mito del crecimiento, ensayo de educación financiera que supone un estímulo para “repensar la economía en términos más humanos y comprometidos».
Empiezas el libro no con una crítica, sino con una reflexión positiva acerca del dinero. En favor del dinero, los bancos y el mercado, afirmas que “el dinero permite distribuir la riqueza mucho mejor”. ¿Cómo puede ser que lo que marca la diferencia social sea a su vez lo que pueda equilibrarlo?
Basta con entender que el dinero está ligado a la organización de nuestra sociedad. El dinero tiene sus propias reglas, pero ha evolucionado y está evolucionando con la sociedad y con las nuevas tecnologías. Así que podemos darle un sentido; no sufrirlo.
El dinero como instrumento es útil y cómodo, e incluso tiene una vertiente democrática ya que puede permitir redistribuir la riqueza fácilmente (por ejemplo, con los impuestos).
Los bancos son un acelerador de la economía, tienen el poder de transformar el ahorro en inversión e incluso en puestos de trabajo. Pero a menos que consideres y valores estos aspectos positivos, la relación que realmente prevalece es la del dinero y el poder; y el dinero, para ser un medio útil, se convierte en un instrumento de poder que permite que las finanzas dominen más aún la sociedad.
¿En qué se diferencia la banca ética de la banca que todos conocemos?
En haber declarado explícitamente en sus estatutos los propósitos que van más allá de la intermediación financiera y la identificación de una forma de banca que tiene claro lo que quiere financiar.
Por lo tanto, se diferencia por la transparencia en los préstamos y por ser una organización que permite a sus miembros participar en la vida del banco y en las decisiones. Además, trata de ser coherente en toda su actividad y no sólo ofrecer productos de finanzas éticas.
Transparencia, participación, solidaridad… son conceptos que cada vez utiliza más también la banca comercial. ¿Esto significa que algo está cambiando o es solo maquillaje?
Seguramente hay mucho maquillaje. Pero es interesante que esto suceda, ya que significa que la gente está empezando a prestar atención a estos temas. Se está abriendo un «mercado». El desafío está en que los ciudadanos se lo tomen en serio y no se queden en la fachada.
Eres presidente de Banca ética, entidad que inició su recorrido como Banca Popolare Etica en 1999, antes de que explotara la última crisis financiera. ¿Cómo os ha afectado la crisis?
El banco logró superar la crisis mucho mejor que otros bancos de un tamaño similar en Italia. Nosotros crecimos y seguimos creciendo. Que la gente sepa lo que hacemos con el dinero de los ciudadanos es lo que marca la diferencia.
La crisis ha ayudado a las personas a darse cuenta de que es importante ocuparse de las finanzas tanto a nivel político, como de su propio dinero. Cada vez hay más gente consciente de que nuestro dinero, nuestros ahorros, contribuyen a perpetuar la crisis y que pueden trabajar contra nosotros y contra nuestros ideales si miramos sólo a la tasa de interés.
Como presidente de una entidad financiera, ¿qué opina sobre el rescate a la banca que tanto malestar ha generado entre la ciudadanía?
Los bancos son rescatados porque son fundamentales en el sistema económico. Es importante entender que no es sólo una cuestión de poder: los bancos nos sirven y afectan a nuestra vida, por lo que podemos decir algo sobre esto.
Es grave rescatarlos sin poner unas normas: los bancos se rescatan para que luego se comporten de manera diferente. A los bancos de inversión y a los bancos comerciales, se les podrían poner algunas normas, como por ejemplo: reglas de absorción patrimonial que obliguen a los bancos a invertir en la economía real y no en productos financieros, contrastar paraísos fiscales, impuesto sobre las transacciones financieras, las restricciones en el mercado de derivados, los mercados no regulados…
Las finanzas son un tema complejo, sin duda, pero ¿cuáles son las claves que todos deberíamos de tener en mente a la hora de tomar las decisiones sobre el dinero?
Puede parecer trivial, pero nosotros somos quienes podemos decidir sobre nuestro dinero. Incluso podemos regalarlo, no está prohibido y desde luego es eficaz para la comunidad.
Las preguntas sobre el dinero pueden tener relación con cómo usarlo,con cómo vamos a gastarlo (consumo crítico o responsable) y qué haremos con el resto. En este segundo caso,hacernos preguntas respecto a cómo lo vamos a ahorrar (es decir, cuánto vamos a guardar para el futuro) y cuánto vamos a invertir (es decir, poner en riesgo potencial una parte). En ambos casos podemos preguntarnos qué va a hacer con nuestro dinero la institución en la que le confiamos.
Si queremos ser aún más activos, entonces podemos nosotros mismos elegir la forma de invertir nuestro dinero. Determinar la forma de ayudar al bien común o a la comunidad.
Las finanzas son aburridas para la mayoría de la población, ¿crees que es una irresponsabilidad no prestar atención a los números?
Los números son importantes. Una familia responsable tiene cuidado de que “las cuentas cuadren”. Nuestros abuelos y abuelas, ya hacían listas de ingresos y gastos de la economía familiar y eso era algo positivo.
Los números son una limitación muy importante, pero no son el objetivo que debe guiar nuestras decisiones. Es tan irresponsable no preocuparse por los números como permitir que sólo los números decidan por nosotros…
¿La educación financiera en qué puede mejorar el día a día del ciudadano?
Don Lorenzo Milani, que enseñaba a los niños pobres de las familias campesinas en los años 60, dijo que cada palabra que no aprendes hoy, es “una patada en el culo” que te darán mañana.
Creo que las finanzas ya han dado muchas patadas a los ciudadanos: tanto por las opciones impuestas por los gobiernos, como por los condicionamientos de nuestra vida cotidiana. El espacio de mejora es seguramente mucho y es también un espacio de liberación de la dominación cultural del dinero como medida de todo.
Impartes educación financiera a los jóvenes que acuden a la universidad y además, divulgas esa información, por ejemplo, mediante tu último libro “El valor del dinero: Banca, finanzas y ética, más allá del mito del crecimiento”. ¿Por qué no se educa financieramente en las escuelas empezando desde primaria? ¿No sería el mundo más equitativo si todos recibiéramos una educación financiera adecuada?
Seguramente. Pero no nos olvidemos que nuestra relación con el dinero es mucho más profunda. Está conectada con el imaginario colectivo que dirige nuestras vidas hacia el consumismo, el individualismo, el egoísmo en lugar de la solidaridad. La sociedad nos dice que lo que importa es el dinero, que el dinero da la felicidad… Entonces la educación financiera es sólo una parte importante de un proceso que debe involucrarnos a todos.
¿Será algún día posible vivir un sistema económico basado en un modelo de finanzas ético? O, por el contrario, ¿es una utopía?
Sinceramente, no sé si es una utopía. Las finanzas éticas son ante todo una manera más de cuestionar el sentido de nuestra economía y de encontrar una manera de crear una modalidad de banca que mida el impacto de las finanzas respetando nuestros valores.
Creo que es posible un modelo económico en el que haya espacio para estas preguntas, pero hay que establecer límites y reglas previamente que nos dirijan a la economía del bien común.
¿La economía del bien común es una alternativa efectiva al capitalismo de mercado? ¿En qué se traduce, cómo se desarrolla?
Esta es una pregunta difícil para mí… La economía del bien común es una economía de mercado en el que los beneficios son un vínculo, pero donde el objetivo es maximizar el bien común. Para que esto suceda es necesario definir lo que entendemos por el bien común y sobre todo, limitar el poder de los números.
La medición de los beneficios económicos es relativamente fácil, sólo hace falta un poco de matemáticas. Sin duda, es más difícil medir la felicidad o los beneficios comunes.Tenemos que hacer frente a esta dificultad y evitar los mecanismos, especialmente en las finanzas, que terminan distorsionando por completo la idea de la libertad que es inherente en el mercado libre y a la libertad de sacar beneficios. Esto incluso a costa de la libertad fundamental del mercado que tendría que ser orientada al intercambio de bienes y servicios sin dañar el medio ambiente y la sociedad.
Nos animas a hacernos preguntas acerca del dinero, de su significado, del valor que tiene para nosotros… ¿por qué deberíamos de empezar con esas preguntas?
Porque aunque se pueda criticar el dinero, no podemos prescindir de él; como mínimo a nivel colectivo. El dinero está en todas nuestras decisiones: en el trabajo, en el futuro, en las relaciones con los demás y la solidaridad. Si nos hacemos preguntas sobre el dinero, nos guste o no, nos estaremos haciendo preguntas sobre nuestra vida.