Nerea Garaio: «Con cada decisión diaria tomamos parte activa del mundo que queremos construir»

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JAVIER M. DE LA HORRA

Son personas como Nerea Garaio las que hacen que uno se reconcilie con el ser humano. Integrante de la ONG Abay Etiopía, es ante todo madre de tres hijas, la menor de ellas nacida en un pueblo de Etiopía. Ingeniera de montes, trabaja en una pequeña empresa de topografía y servicios medioambientales. En esta entrevista nos relata con una pasión que sobrecoge el placer que supone ayudar y contribuir en un proyecto solidario en la tierra que vio nacer a la menor de sus hijas. «Lo más importante es que seamos conscientes de que es necesario reducir las enormes diferencias que existen en el mundo», recuerda Nerea, cuya voluntad transmite la fuerza de quien cree y siente el trabajo que realiza a diario, al margen del horario laboral, de forma voluntaria y con una sonrisa en la boca.

¿Por qué decides adoptar un hijo?

La decisión vino motivada fundamentalmente por el deseo de tener otro hijo, porque ya teníamos dos hijas biológicas. Siempre me gustaron las familias numerosas y queríamos otra hermana o hermano para nuestras hijas. Pensamos que de esta manera nos iba a aportar a toda la familia valores adicionales y que iba a permitir a un niño crecer en el seno de una familia que lo estaba deseando; no en una institución.

¿Qué te llevó a inclinarte por Etiopía?

Inicialmente, nos decantamos por la adopción internacional porque en ese momento los tiempos de espera eran menores que en la adopción nacional y queríamos que nuestras hijas no se llevasen muchos años entre sí. Actualmente, creo que el proceso es al revés en el caso de muchos países. Y dentro del abanico de países, recuerdo que la pregunta que le hice a la trabajadora social de la Diputación que nos ayudó fue la siguiente: ¿Qué país ofrece mayores garantías de trasparencia en el proceso?. Eso nos ayudó a descartar algunos, pero no a decidirnos claramente por uno porque en todos hay complicaciones. Además, hay países para los que no reuníamos los requisitos que se exigían; por ejemplo, matrimonio religioso o un número mínimo de años de estar casados. Así que, de entre todos, acabamos escogiendo Etiopía: un poco por descarte y porque no nos importaba que nuestra hija fuese de otra raza, aunque sabíamos que para ella sería un handicap adicional en el futuro con el que teníamos que contar. Fue después cuando comenzamos a investigar sobre el país de origen de la que sería nuestra hija.

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¿Fueron muchas las complicaciones a la hora de tramitar la adopción?

Sí, la verdad es que ha sido una aventura larga y a veces muy dura psicológicamente. Un embarazo también lo es de alguna manera y nadie puede asegurarte que todo vaya a salir bien.

Para adoptar con Etiopía es necesario hacerlo a través de una Entidad Colaboradora en Adopción Internacional (ECAI), que debe estar acreditada en el país de origen y también aquí. Concretamente, en el País Vasco no existe ninguna para Etiopía así que necesitamos recurrir a alguna de otra comunidad, pero como en aquel momento había muchas adopciones, los gobiernos no les dejaban admitir expedientes de otras comunidades, así que todos los meses llamábamos a todas hasta que conseguimos que aceptasen nuestro expediente en Feyda, en Teruel. Había transcurrido un año y todavía no habíamos empezado la tramitación. Luego la verdad es que tuvimos mucha suerte y todo fue bastante rápido. En tres años conseguimos traer a nuestra hija.

Posteriormente, entiendes que muchas de las tardanzas a lo largo del procedimiento se deben a medidas que deben tomarse para asegurar la transparencia en el proceso y garantizar la protección del menor. En Etiopía, cuando nosotros adoptamos, era suficiente con la celebración de un juicio, en el que se personaba la familia o la ECAI con la que adoptabas. Actualmente, el procedimiento se ha alargado muchísimo y se celebra un doble juicio. Hay más garantías de que la familia, cuando ésta existe (situación que en Etiopía es frecuente), decide voluntariamente y adecuadamente informada el dar a su hijo en adopción. Pero por otro lado, el tiempo que transcurre desde que el niño está asignado, hasta que sus padres adoptivos pueden traerlo se ha incrementado considerablemente y esta etapa debería reducirse al máximo porque es la más angustiosa.

¿Cómo os surgió la idea, a las madres y a los padres adoptantes, de agruparos en una ONG ?

La asociación nació de la inquietud de un grupo de padres adoptantes, que en parte se había conocido en el proceso de adopción, interesados en desarrollar proyectos que mejorasen las condiciones de vida del país que vio nacer a sus hijos. Nosotros nos incorporamos hace poco más de un año. La verdad es que después de viajar allí y conocer las condiciones en las que vive la mayor parte de la población, sentimos la necesidad de dedicar parte de nuestro tiempo en hacer algo que ayudase a mejorar las cosas. Además, creo que inevitablemente nos une un vínculo afectivo, y aunque en mi caso mi hija haya perdido totalmente sus vínculos familiares y esté creciendo en otra cultura, es positivo que conozca sus orígenes en la medida en que nosotros seamos capaces. El seguir colaborando con la ONG Abay nos ayuda a conocer mejor el país y a su gente.

Has viajado en varias ocasiones a Walmara. ¿Cómo es? ¿Con qué te has encontrado?

Walmara se encuentra a tan solo 60 kilómetros de la capital, Addis Abeba. La zona de Gaba Kemisa, donde tenemos el centro educativo, se encuentra a unos 30 kilómetros de Holeta, la capital del Woreda (distrito) de Walmara. Hasta Holeta hay una carretera asfaltada, pero después ya no, lo que hace que en época de lluvias en ocasiones no se pueda acceder con vehículo hasta Gaba. Allí acaba de llegar la electricidad, pero la mayor parte de los vecinos no se conectará porque no pueden pagarla. Abay ha hecho el pozo comunitario del que se abastecen y ha acondicionado el centro de salud, poniendo un enfermero que ofrece asistencia todo el año. Es un una zona rural, ubicada en la meseta del Rift, a más de 1.800 metros de altitud, formada por grandes extensiones de cultivo de teff (cereal endémico etíope). Tiene una sola cosecha al año. Es una zona muy deforestada, con grandes problemas de erosión y pérdida de suelos, lo que conlleva gastos adicionales a los agricultores que requieren más fertilizantes cada año para producir menos, porque debido a las lluvias torrenciales que se producen entre julio y septiembre y a sus prácticas agrícolas, pierden suelo fértil constantemente. Son totalmente dependientes del clima, y un mal año puede provocar situaciones de emergencia a nivel alimentario porque todos cultivan lo mismo y viven de lo mismo y sus recursos dependen de la cosecha de cada año.

Es una localidad eminentemente agrícola y ganadera. ¿Cómo se organizan?

Existe un comité que se reúne normalmente en el centro educativo y como ocurría un poco en nuestra sociedad hace no tantos años, está conformado por el alcalde, un representante de los maestros, el enfermero del centro de salud, algún representante del gobierno etíope en función del tema que tengan que tratar (trabajadores sociales, técnicos…) y -algo que me pareció curioso- una persona elegida por la comunidad como persona de la que se fían para que les represente y que no coincida con el alcalde. A nivel agrícola existen asociaciones locales de agricultores que comercializan semillas y abono y se agrupan para gestionar sus compras en común.

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¿Cómo son sus gentes? ¿Y las niñas y niños?

Los etíopes constituyen el estado independiente más antiguo de África, y uno de los más antiguos del mundo. Junto con Liberia, es el único de los estados africanos que nunca ha formado parte de un imperio colonial (exceptuando los cinco años de ocupación italiana, 1936-1941). Esto ya dice muchas cosas de ellos. Son orgullosos y defensores de su amplia cultura, pero también son acogedores y cálidos, enseguida te ofrecen lo que tienen y siempre muestran mucha curiosidad. La mitad de la población es cristiana ortodoxa, tienen su propio patriarca independiente de la iglesia copta griega, y la otra mitad es musulmana y han alcanzado cierto equilibrio sin que haya enfrentamientos religiosos importantes.

Los etíopes funcionan a su aire casi en todo, y siempre ha sido así. En 1582 el mundo cristiano se pasó al calendario gregoriano y abandonó el juliano. Etiopía no. Así que va 7 años y 8 meses por detrás de nosotros. Los años constan de 13 meses, 12 de ellos tienen 30 días y hay un mes de solo 5 días, que en los años bisiestos tiene 6. Como su año nuevo comienza el 11 de septiembre, unas veces les llevamos 7 años y otras 8.

Por otro lado, los etíopes miden el tiempo en periodos de 12 horas que comienzan a las 6 de la mañana y a las 18:00 horas. O sea que las siete de la mañana es para ellos la primera hora del día; las ocho, la segunda hora; las nueve, la tercera hora… Los minutos van de 5 en 5; nunca dirán que es tercera hora y 7 minutos, sino tercera hora y 5, o pasarán a tercera hora y 10. Su música es especial y peculiar.

Y los niños… pues a pesar de vivir en las condiciones en que lo hacen, si pienso en lo que he vivido, recuerdo sobre todo su sonrisa, la alegría y energía que transmiten.

¿Cuáles son sus necesidades más acuciantes?

En la zona en que trabajamos las necesidades se pueden extraer de lo que he ido contando. Desde lo más básico como puede ser el acceso al agua y a una alimentación adecuada, pasando por asistencia sanitaria y educación de calidad para sus hijos o protección a la mujer de prácticas ancestrales que la relegan y desprotegen socialmente, hasta ayudas para iniciar nuevos negocios, formación para mejorar sus prácticas agrícolas y para transformar productos y venderlos con un valor añadido, mejora de infraestructuras… Es decir, tenemos mucho por hacer.

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¿En qué consiste el trabajo de voluntariado cuando estáis allí?

En esencia, algo que nos diferencia de otras ONG es que nuestro trabajo y estructura en el estado es siempre a través del voluntariado, solo se contrata en Etiopía y de esta manera todo el dinero que obtenemos se gasta exclusivamente en el país en que queremos destinarlo. Para paliar de alguna manera el no tener profesionales contratados aquí para gestionar los proyectos, cada uno intentamos colaborar en el ámbito relacionado con nuestros conocimientos y nuestra vida profesional aquí. Existe una coordinadora de voluntarios y los trabajos se suelen definir aquí antes del viaje. Como tenemos tantas cosas por hacer y todo el mundo puede aportar algo, el trabajo puede consistir en arreglar y mantener el centro o en programas concretos relacionados con un proyecto: formación del profesorado en informática, inglés o prácticas educativas; formación en el taller textil: en organización… Yo, por ejemplo, soy ingeniero de montes y técnico agrícola y trabajo en el proyecto de agricultura. En mi viaje participé en establecer colaboración con el centro de investigación agrario más cercano, en definir el límite de la finca de cultivo del centro Abay en Gaba y en realizar una pequeña plantación de arbolado autóctono. Las nuevas tecnologías nos permiten tener comunicación diaria  (drive, skype, wathssap, viber)  y en realidad, el trabajo en la estancia allí, en muchas ocasiones es una continuidad de lo que se va haciendo día a día; sobre todo para incidir en aquellas cuestiones que se van atascando. Pero cualquiera que quiera colaborar tiene un hueco, y siempre se ha buscado la manera en que pueda colaborar y aportar algo.

¿Qué podemos hacer, con humildad, los ciudadanos anónimos para mejorar las condiciones de vida en esta y otras regiones del mundo?

Pues yo creo que en primer lugar ser conscientes y saber que con cada decisión del día a día, como qué compramos, dónde lo hacemos, qué comemos, cómo nos vestimos, qué necesidades nos imponemos… tomamos parte activa del mundo que queremos construir. Hay muchas cosas que se nos escapan y como ciudadanos no podemos cambiar, pero otras muchas sí. Cada pequeña acción contribuye a disminuir la distancia que existe entre nuestra forma de vida y la suya y necesitamos muchas acciones para que la injusticia de la diferencia entre ambas sociedades se reduzca. Hoy en día es muy fácil, incluso desde nuestras casas, colaborar en reducir las injusticias a través de las redes sociales, luchar por los derechos de los demás o conseguir fondos para proyectos concretos. Creo que lo más importante es que cada uno encuentre dónde puede aportar algo y, sobre todo, que seamos conscientes de que es necesario reducir las enormes diferencias que existen en el mundo.

¿En qué consisten las acciones que desarrolla ABAY en Etiopía?

Abay comenzó su andadura en 2008 y tras consultar al gobierno etíope sobre dónde consideraba que era interesante que empezásemos a participar, construimos el primer centro educativo en Gaba (Walmara). En esta zona ya existía un colegio público, al que podían acudir unos 800 niños, pero tenía un gran absentismo porque comenzaban con 7 u 8 años y para esa edad un niño etíope es capaz de hacer muchos trabajos en casa; por tanto, ya no se escolarizaban. Para evitar esto, creamos un centro para atender a los niños de 3 a 7 años. Para atraer a los niños al centro y que se escolarizasen, y también para mejorar su alimentación, se creó un comedor, en el que desayunan y comen. Tenemos aproximadamente 100 niños.

Además, para mejorar las condiciones de las madres de las familias más desfavorecidas, se empezaron a impartir clases de formación en un taller textil. Las instalaciones tienen una biblioteca y una sala ludoteca multiusos que usa toda la comunidad. Se han realizado inversiones para mejorar las viviendas de los profesores del colegio público, se ha dotado al colegio público de mobiliario, se ha acondicionado el centro de salud y se paga a un enfermero para que tengan asistencia sanitaria -donde acude gente de hasta 30 km alrededor-. También se han perforado dos pozos, uno para el colegio y otro para la comunidad, se ha creado una escuela deportiva a la que acuden los niños mayores también, y este año se ha construido un nuevo edificio en el que se imparte formación no reglada para alfabetización de adultos y para niños pastor que no pueden acudir a la escuela en el horario de mañana.

Recientemente, además, hemos abierto una casa en Addis Abeba, donde se traslada a los niños con necesidades de asistencia sanitaria que pueden ser tratadas en Holeta y necesitan acudir a la capital. Se ha becado a cuatro chicas para que continúen sus estudios en la capital y se está poniendo en marcha un programa para atender a niñas que han sufrido violencia de género.

cartel-laudioSomos una ONG pequeña, pero el ritmo de trabajo y el crecimiento ha sido vertiginoso en estos años. Nos queda mucho por hacer para asentar todos nuestros proyectos, pero la ilusión de ver que las cosas van mejorando y pueden cambiarse nos anima a seguir dedicándole todos los días un ratito de nuestro tiempo. Para mantener todo esto no es suficiente con la aportación económica de los socios o con las subvenciones cada vez más escasas para ayudas de cooperación y, por eso, se organizan actividades como la exposición, que nos sirve además para que se conozca algo más del país, o como la carrera solidaria que se realizará el próximo día 15 de marzo, domingo, en Laudio. Este año el dinero que se consiga en la carrera irá destinado  al proyecto de agricultura que permitirá poner en regadío la superficie de cultivo de que disponemos y plantar frutales que mejorarán la alimentación de los chicos del centro además de servirnos para hacer labor divulgativa de mejora de seguridad alimentaria en la zona. Si alguien está interesado en conocer mejor esta iniciativa puede informarse en la página www.inrealtimeabay.com. Esta carrera se corre al mismo tiempo en varios lugares de la península y en Walmara. El año pasado los etíopes nos ganaron con mucha ventaja, y eso que corren a más de 1.800 metros de altitud y sin calzado adecuado; a ver qué pasa este año.

In real time from federico oliver on Vimeo.

¿Has viajado a Etiopía con tu hija?

El pasado año hicimos un viaje hasta la ciudad de la que es originaria mi hija, que es Jima. Fuimos toda la familia y recorrimos el valle del Rift de sur a norte, visitando todos los lagos y parque naturales que te encuentras por el camino; el Chamo y sus cocodrilos del Nilo, el Abaya, Shala y Abiata y sus aguas termales y el lago Langano… Conocieron un montón de tribus diferentes y cómo son las condiciones de vida de la mayor parte de la gente. Todavía son pequeñas, pero fue un baño de realidad que creo que les ha hecho ser conscientes de muchas de las cosas que tienen en su vida. De todas formas, al final, los niños son niños en todas las partes del mundo y es genial ver lo fácil que empiezan a relacionarse sin importarles nada más y superando todas las barreras que a los demás nos limitan tanto, como puede ser el idioma. Y claro, ellas acaban disfrutando más de jugar a lanzar piedras en un charco, que del monasterio excavado en piedra que es patrimonio de la humanidad. Así que volveremos más adelante, cuando también puedan disfrutar de esto último, porque la verdad es que Etiopía es un país precioso que merece la pena ser visitado.

Y, ¿qué siente ella al regresar?

Bueno ella todavía es muy pequeña y ya se siente diferente aquí, así que este viaje le ha ayudado a ser consciente de la diferencia racial que tiene que aceptar. Un día me dijo: “Ama, aquí la rara eres tu eh!”. Le ha servido para conocer algo de sus orígenes y para disfrutar con sus hermanas de un viaje en familia. Ya habrá tiempo cuando crezca y pueda comprender mejor las cosas para volver. A veces, ni siquiera nosotros los adultos sabemos muy bien cuándo volvemos a nuestra rutina, aquí en casa, cómo digerir todo lo vivido, así que en su cabecita todavía siguen barruntando preguntas que, de vez en cuando, me hace y para las que muchas veces no tengo respuesta.

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