Hace exactamente dos meses leí un informe que señalaba que el euro alcanzaría la paridad con el dólar estadounidense en dos años. Ese informe estaba errado. Hoy el euro cotiza en US$ 1,06, su menor nivel en 12 años. La paridad llegará mucho antes de lo estimado por el banco en cuestión. Se trata de buenas noticias para Europa, y por supuesto España, ya que la mayor competitividad podría terminar con el estancamiento económico y sería el medio para combatir las presiones deflacionarias.
Pero la devaluación del euro contra el dólar no es un caso aislado en el mundo. Casi todas las monedas globales se han depreciado contra el billete estadounidense, se trate de economías desarrolladas como emergentes. El mensaje es claro. El dólar sigue siendo el “rey” en el mundo y los inversores se refugian en él. Obviamente que este proceso está estimulado por la supuesta subida de tipos de interés que implementará la Reserva Federal a partir del segundo semestre. La devaluación de las monedas globales, en un contexto de baja inflación, es un beneficio importante que reciben las economías más golpeadas en la actualidad, como son la europea y las emergentes.
Pero como siempre ocurre, donde hay ganadores por un lado, en la acera opuesta hay perdedores. Y uno claro puede ser la economía estadounidense. El razonamiento es simple… Si la debilidad del euro favorece a las exportaciones del bloque porque las abarata, la fortaleza del dólar perjudica a las empresas exportadoras estadounidenses porque encarece sus productos en relación a los del resto del mundo. Y esto ya está teniendo sus efectos en la práctica.
Según un informe de la Universidad de Duke en USA, dos de las tres más grandes exportadoras estadounidenses (aquellas que destinan más del 25% de sus ventas al exterior) señalan que la apreciación del dólar está teniendo un efecto negativo en sus ventas. Y no es para menos. Mientras todos hablan de la fortaleza actual de la economía estadounidense, es necesaria que le haga ver la otra parte de este fenómeno de la subida del dólar. La última vez que el DXY –índice dólar contra la cesta de monedas- cortó de abajo hacia arriba los niveles que presenta en la actualidad, se gestó una de las peores crisis en ese país. Fue en el año 1999, apenas unos meses antes del estallido de las punto com, los atentados del 11-S y el estancamiento económico que obligó a reducir los tipos de interés al 1% anual.
Lo cierto es que la recuperación posterior de la principal economía del mundo vino acompañada por una debilidad de su moneda, situación opuesta a la que estamos viendo en la actualidad. Para reflexionar y sacar en limpio, entonces, el dólar fuerte puede estar sembrando los cimientos de una nueva crisis en Estados Unidos. De esta manera, no creo que la Reserva Federal se anime a subir aceleradamente los tipos de interés en este contexto. Y una crisis en la primera potencia mundial, no cabe duda que nos afectará de una manera u otra. Y si no, al tiempo.