Aitor Santander: «Venir a Irlanda te espabila y te obliga a mover el culo»

 

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GAIZKA ESPARZA

En el día en el que Irlanda está de fiesta, conocemos a Aitor Santander, un vecino de Basauri de 26 años que en la actualidad vive en un pueblo llamado Sligo (Sligeach en irlandés), el segundo centro urbano de la provincia de Connacht, después de Galway. Es licenciado en Historia por la UPV/EHU y Master de Profesorado, pero los títulos no le han servido de momento para encontrar aquí un puesto acorde a su formación. Esta es la historia de muchos jóvenes de su generación, que se han visto obligados a probar suerte fuera de nuestras fronteras. Reconoce que el proceso de adaptación no ha sido fácil, aunque afortunadamente, por el camino se ha ido encontrando con gente que le está ayudando a que su primera experiencia lejos de Basozelai, su barrio, sea lo más enriquecedora posible. Hoy será un irlandés más durante la celebración del Día de San Patricio, el patrono de la república.

¿Qué te hizo dar el paso de irte hasta Sligo?

Todo comenzó ante la imposibilidad de encontrar trabajo en la enseñanza en Euskal Herria, que se veía a su vez agravado por el hecho de no tener un nivel de inglés suficiente como para poder optar a trabajar en mi sector. Me hizo ver que salir fuera podría ser una opción lógica para mejorar el inglés ante la escasa oferta de trabajo que había. Hablé con una amiga que había estado con anterioridad en Sligo y terminé de convencerme. La posibilidad, asimismo, de poder conocer otro país y otra cultura distinta también fue un acicate a la hora de tomar la decisión, sin obviar que esta opción podría servirme a la larga para conseguir un trabajo en Euskal Herria y comenzar una vida en común con mi novia. Así que me decidí a dar el paso y aquí estoy.

Aitor en la playa de Rosses Point de Sligo.
Aitor en la playa de Rosses Point de Sligo.

¿Te resultó duro el cambio?

Debo admitir que el primer mes fue algo duro por el hecho de tener que adaptarte a un país nuevo, una cultura distinta en muchas cosas. Por ejemplo el tener que cenar muchas veces a las 18.30 era algo que se me hacía difícil. En fin, aunque al principio costó adaptarme un poquito, luego se hizo todo mucho más llevadero en cuanto comencé a conocer gente.

¿Hablabas el idioma antes de irte o los estás aprendiendo ahora?

Lo hablaba poco, sinceramente. Aprendí en el colegio y en el instituto, pero cuando llegas aquí te das cuenta de que no sabes nada y que tienes que espabilar para poder defenderte mínimamente. En ese sentido sí viene muy bien esta experiencia, te hace ver qué se te da bien y qué no, y te obliga a mover el culo. Yo de todos modos siempre he sido muy inquieto y he hecho muchas cosas al mismo tiempo. Por eso estoy mirando también para hacer un voluntariado mientras esté aquí, ya sea de monitor con jóvenes del pueblo o ayudando a recoger fondos para la asociación contra el cáncer irlandesa, algo que estoy buscando para empezar en breve.

¿Estás estudiando o trabajando?

Por ahora estoy estudiando inglés en la universidad de Sligo, aunque en breve tengo la idea de empezar a trabajar en un hotel como camarero para aprovechar el tiempo y mejorar más el inglés hablado, al tiempo que me saco unas pelillas también, que siempre vienen bien, la verdad.

¿Qué es lo mejor y lo peor de Sligo?

Es un pueblo pequeño, muy tranquilo pero muy alegre y cercano con todo el mundo, donde siempre tienes algo que hacer o alguien a quien ver. Es muy pintoresco, casi de postal, en el que se siente el espíritu de Irlanda en cada rincón. Es un sitio muy agradable para vivir. No tiene apenas cosas malas, la verdad; tiene de todo aun siendo un pueblo no muy grande.

¿Te ha dado tiempo a conocer Dublín?

Sí. Por lo que he podido ver parece una ciudad muy tranquila y agradable para vivir, con gente muy amable. Pero es una ciudad un poco cara, acorde al nivel de vida de todo el país, pero excesiva en muchas ocasiones comparada con el nivel de vida en Euskal Herria.

Aitor y su novia Samanta, junto a la estatua de Molly Mallone en Dublín.
Aitor y su novia Samanta junto a la estatua de Molly Mallone en Dublín.

¿Cómo es tu día a día allí?

Mi día a día en Sligo es muy rutinario: voy a clases de inglés cuatro horas al día y luego estoy 4 horas más estudiando por mi cuenta en la universidad hasta que me viene mi familia de acogida a recoger. Voy a casa, cenamos pronto y depende del día, voy a dar una vuelta en bici por el pueblo o veo alguna película. Entre semana tampoco te sobra mucho tiempo; los fines de semana disfruto de más tiempo libre. Si es de noche aprovecho para quedar con mis amigos para ir a tomar un té o un café, salir de fiesta y ver conciertos, que casi a diario encuentras en los pubs. Por cierto, hemos dado con algunos en los que suelen poner los partidos del Athletic y del Laboral Kutxa, y así pasamos muchas tardes (risas). Dentro de los planes de día solemos ir a visitar los pueblos de alrededor en coche, aprovechando los magníficos paisajes que brinda esta parte tan bonita del país.

¿Has hecho muchos amigos autóctonos o te sueles juntar con gente de aquí?

Al principio me propuse tener el mínimo contacto posible con gente que supiese castellano, pero debo admitir que es realmente complicado no tenerlo, teniendo en cuenta que mi pueblo, Sligo, tiene una colonia de españoles alta, la verdad. Al final tuve más contacto con españoles del que hubiera deseado, pero también es verdad que tener este contacto ayuda a calmar la morriña que se siente a veces. De todos modos, las amistades que estoy haciendo allí no se ciñen exclusivamente a castellanohablantes. He conocido gente autóctona, gente de Francia, Ucrania, Omán, Corea del Sur, Alemania… Con ellos siempre tengo más opción de hablar en inglés, cosa difícil cuando estás con españoles.

Aitor en Sligo con un grupo de amigos.
Aitor con un grupo de amigos en el Trinity College de Dublín.

¿Cómo vas a pasar el día de San Patricio?

Iré con mis amigos de Sligo a Dublín para disfrutar del día irlandés por excelencia. Cogeremos un bus a la mañana pronto para poder llegar a ver el desfile del día de San Patricio por el centro de la ciudad, ya que debe ser impresionante. Luego pasaremos el día entre pinta y pinta conociendo a fondo la ciudad pero hasta no muy tarde, que el día después tenemos que ir a a clase en condiciones (risas).

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