Andrea Uña: «La poesía es el hilo conductor de emociones, de compromiso, lucha y reivindicación»

Rapsoda 3

JAVIER M. DE LA HORRA

Andrea Uña Barrientos es rapsoda (recitadora de poemas). Nació en un pueblo de Zamora pero lleva toda la vida en Euskadi. Primero en Donostia, luego en Azpeitia y desde 1970 en Bilbao. Amante de la literatura, especialmente de la poesía, ha recibido varios premios como recitadora de poemas. Reivindica el valor de la poesía social y comprometida, y asegura que dándola a conocer contribuye a que la gente «se quite la idea de que es aburrida o que es lectura de minorías». Disfruta «despertando los poemas de su voz dormida entre las hojas de los libros y darles vida», explica en esta entrevista Andrea, integrante de varias asociaciones culturales como la Asociación Artística Vizcaína, la Asociación Escribe y Lee y la Asociación Cultural Algorteña Sotavento.

No son buenos momentos para la lírica, que diría alguno si mira el contexto social actual…

Es el mejor momento. Leí una vez y no recuerdo donde, que los pueblos que no tienen miedo, son los que leen y cantan poesía. No debemos olvidar que «la poesía es un arma cargada de futuro»; lo expresó muy bien nuestro gran poeta universal Gabriel Celaya, a la inmensa mayoría. Siempre es buen momento para la poesía, porque no debemos olvidar que es el hilo conductor de emociones, de sensibilidad, de compromiso y sobre todo, de lucha y reivindicación.

Detecto una pasión extraordinaria. ¿Cuándo nace?

De niña en el colegio, con la lectura de los clásicos y místicos como San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús; los leía y me gustaba leerlos en alto… allí, es en realidad cuando nació mi amor y pasión por la lectura de poesía. Mi colegio era de monjas y estaba allí interna, aunque después de conocer la poesía de la generación del 27 con Rafael Alberti, Garcia Lorca, Luis Cernuda, Emilio Prados, Concha Méndez, Teresa de León, Ernestina de Champourcin… y la posterior de los 50 como Gabriel Celaya, Gabriel Aresti, Blas de Otero y la gran Ángela Figuera, ya me he quedado con la reivindicación de la poesía social y comprometida: es con la que me siento mucho más segura y es con la que realmente disfruto.

¿Recuerdas cuál fue el primer poema que leíste?

El primero no… pero sí de los primeros, que me encantaba y lo recita en alto a mis compañeras:

«vivo sin vivir en mi,

y tan alta vida espero,

que muero porque no muero»

De Teresa de Jesus, era una etapa de mi vida de niña muy concreta, colegio religioso y lecturas místicas.

¿Y qué sientes cuando recitas?

Cuando se quiere y se ama la poesía como lo hago yo, tan solo se siente placer, ganas de trasmitir belleza, sensaciones, amor, compromiso, entrega y sobre todo… sientes muchas, muchas ganas de reivindicarla: que se lea y se conozca, que se quite la idea de que es aburrida o que es lectura de minorías; cuando se la conoce se la ama.

¿Qué se puede hacer para reivindicar su valor? ¿Cómo lo hace Andrea?

Darla a conocer, hacer sentir que la lectura de poesía es algo muy gratificante, que la poesía no es un género chico, que no es lectura de minorías. La poesía es una transmisión de valores, emociones, sensaciones, revoluciones, que a través de la poesía podemos revelarnos, desordenarnos y ordenarnos, porque las personas libres, sin miedo, cantamos, gritamos y reivindicamos poesía.

¿Está la cultura en horas bajas o es palabrería interesada?

Quizá estamos en crisis de «valores», en una sociedad mucho más materialista y menos comprometida, más individualista… No se potencia y no se da la suficiente importancia al tema «cultural», eso es una realidad, pero sin embargo, no podemos afirmar que la cultura esté en horas bajas, porque no es verdad. Hay una legión de personas, amantes de la cultura y de las artes, específicas en particular como la pintura, la escritura, y la poesía. Pero es una realidad constatable que las ayudas a la divulgación y transmisión de la cultura, en estos momentos no están en su mejor momento y es algo que debemos exigir.

¿Percibes una menor implicación-interés de los jóvenes por la poesía?

Observo con mucha satisfacción que el acercamiento de la juventud a la poesía es cada vez mayor, pero aquí también debo decir que no hay un interés generalizado en el vehículo curricular de los escolares por introducir la poesía en las aulas de los colegios y los institutos. Y así es un camino un poco mas difícil para su conocimiento y por consiguiente su implicación desde niños y niñas hacia la poesía. Pediría mucha más implantación de la poesía en las aulas.

La poesía también sigue viva a través del bertsolarismo y de los raperos que riman versos…

El bertsolarismo es una parte importantísima de la divulgación en euskera y de composición improvisada in situ de los bertsos. Es parte de nuestra cultura, cada vez más en alza y con muy buenos y buenas bertsolaris. Y los raperos son auténticos poetas, cantan lo cotidiano, la poesía de la calle, la poesía de lo cotidiano y acerca a la juventud a la poesía urbana. Todo es importante y válido para los versos, para la poesía.

¿Alguna vez ha pensado en publicar las poesías que tiene escritas, hacer pública su intimidad?

No. Simplemente porque amo la poesía tanto que he decidido trasmitirla y yo me considero y soy rapsoda, no soy poeta aunque me guste escribir y trasmitir mis emociones y momentos a través de los versos.

¿Podría recitarme el último verso que la conquistó?

Sí, por supuesto, el de una de mis alter ego en poesía como es Gioconda Belli, una poeta Nicaraguense muy comprometida. Trasmite como nadie el apogeo, el cenit de la vida de las mujeres, una mujer que trasmite como nadie la sabiduría, la madurez y el intelecto de las mujeres así como sus temores, y que a través de su versos reconoce y ensalza el valor y aporte de lo femenino. Se titula «Culpas Obsoletas».

Un momento de soledad de paz
y la tarde es mía.
Me puedo sentar a leer
sin sentirme culpable.
Sin pensar que debía salir
a comprar el líquido para desmanchar las alfombras
o bajar a jugar con la niña.

¿Como será, me pregunto
no sentir incesantemente
que una debería ocupar varios espacios al mismo tiempo?
No pensar, mientras se tumba una con un libro.
Asumir, como hacen los hombres,
la importancia del tiempo
que dedicamos al propio enriquecimiento.

Las mujeres
tenazmente sentimos
que le estamos robando tiempo a alguien,
que quizás en es preciso instante
se nos requiere
y no se cuenta con nosotras.

Precisamos
todo un entrenamiento
para no borrarnos, minimizarnos,
constantemente.

¡Ah! ¡Mujeres compañeras mías!
¡Cuándo nos convenceremos
que fue sabio el gesto
de extenderle a Adán
la manzana!

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