Martín Abrisketa: «Crecí escuchándo la historia de boca de su protagonista: mi padre»

Martín Abrisketa. FOTO: Archivo.

REDACCIÓN BBN

Martín Abrisketa (Bilbao, 1967) comenzó a escribir La lengua de los secretos en 2011, movido por una necesidad interior. Periodista, guionista y reportero gráfico, durante años fue feliz con una cámara de televisión al hombro hasta que tropezó con la historia de Martintxo. El autor ha sabido recrear en esta novela el mundo infantil de una manera ejemplar, consiguiendo explicar de una forma casi poética los bombardeos alemanes de Bilbao gracias a la mirada limpia e ingenua de Martín y sus amigos, que ven la guerra como un juego de mayores. Esta tarde se presentará el libro en el Salón El Carmen, situado en la plaza Indautxu de Bilbao, a partir de las 20 horas.

Abrisketa¿Cómo tropezó con la historia de Martintxo? ¿Es real? ¿Y por qué sintió de pronto la necesidad de escribirla ahora?

Esta historia es absolutamente real. Crecí escuchándola de boca de su protagonista: mi padre. Comencé a escribirla en un momento en el que me encontraba perdido. Había caído en una profunda depresión y quise salvar su testimonio por lo que pudiera pasar. Entonces ocurrió que Martintxo me salvó la vida a mí.

En la novela hay tres Martín, el niño, el padre y el narrador ¿Quién es usted? ¿En cuál de ellos se identifica?

Soy el narrador. Pero a lo largo de los tres años que he tardado en escribir la novela, narrador y protagonista nos hemos acercado tanto que nos hemos confundido. Antes prácticamente no nos dirigíamos la palabra. Éramos dos extraños. La novela nos ha unido. Así que ya no sé quién soy, pero es genial.

¿Cómo decidió articular la historia y por qué tomó la decisión de añadir los capítulos actuales, donde habla de la relación entre el narrador y su padre, y sobre las dudas y demonios del narrador, sobre el proceso de la escritura?

Añadir los capítulos que se desarrollan en la actualidad no fue una decisión, sino una necesidad. Llegó un momento en que no podía continuar escribiendo sin expresar lo que sentía. Necesitaba confesar a mi padre lo que nunca le había confesado, trasladarle mi amor, mi admiración, reconocer que siempre ha sido mi héroe.

¿Cómo logró meterse en la piel de Martintxo? ¿Con qué elementos contó para narrar la guerra desde los ojos de un niño?

Es que nunca crecí. Me di cuenta gracias a la novela. Supongo que por eso me ha resultado relativamente fácil mirar a través de los ojos de un niño. Para mí es natural. Lo que en el fondo es un drama, la falta de madurez, me ha permitido crear.

¿Cómo fue el proceso de documentación? ¿Encontró otros Martintxos?

Claro que los encontré. El mundo está lleno de Martintxos que guardan un secreto fabuloso: el modo de sobrevivir a las guerras sin perder la inocencia, la humanidad.

¿Qué les debemos los de nuestra generación (hijos y nietos) a los padres y abuelos que vivieron la Guerra Civil cuando eran niños?

Les debemos la vida. Sin ellos no existiríamos. Pero más allá de eso, les debemos el amor. A pesar de lo que sufrieron, nos enseñaron a amar. Nos criaron sin odio, sin rencor. Ese es su gran legado, un mundo sin enemigos.

Las generaciones actuales de jóvenes han olvidado los años 30. ¿Es esta novela una manera de recuperar la memoria colectiva?

Sí, por supuesto. Pero también es un intento de lograr que mi padre, Martintxo, mi héroe, viva para siempre, no me deje solo.

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