Redacción. Si hay un coreógrafo en la actualidad capaz de inventar y causar sorpresa al público amante de la danza es Boris Charmatz. El artista francés se ha ganado un prestigio a nivel internacional por su forma de “agitar la coctelera” y de aportar nuevas visiones a la danza. El espectáculo que veremos este próximo fin de semana en el Teatro Arriaga, 10.000 gestes, es un ejemplo notable.
Boris Charmatz lleva en esta pieza lleva lo efímero a una forma de melancolía. Cada movimiento se desvanece al instante de ser ejecutado, produciendo una hipnosis visual en el espectador, que podrá ser testigo de —como indica el título de la obra— una representación de 10.000 gestos, todos ellos diferentes entre sí. Esta secuencia de movimientos, más propia de un lenguaje digital programado, es sin embargo creada de forma artesanal, a través del cuerpo de los bailarines. Cada bailarín experimenta con los limites de su propio cuerpo y la belleza se produce al sumar y/o restar sus cuerpos durante el espectáculo, llevando al espectador a percibir de distinta manera lo que está viendo: ¿es un baile conjunto?, ¿una escultura?, ¿una instalación viva, o quizá una coreografía fantasmagórica?
El Centro Coreográfico Nacional de Rennes y Bretaña, rebautizado como Musée de la danse por el propio Boris Charmatz, que es quien lo dirige desde 2009, produce esta utopía de danza en la que ningún gesto se repite, un torrente de movimientos únicos y efímeros que se suceden causando fascinación. Podrá disfrutarse en Bilbao el viernes, 27 de abril, y el sábado 28. Las dos funciones darán comienzo a las 20:00.
