JAVIER M. DE LA HORRA
Hace más de un siglo, Antonio Miranda y Arana (Barakaldo, 1831), ya viejo y dos días antes de morir, dejó toda su fortuna para que se construyera un asilo para la atención de ancianos en Barakaldo, su localidad natal. De su generosidad emergía la Fundación Miranda, residencia centenaria que ha podido detectar el principal problema añadido con los años: el aumento de la edad media de las personas atendidas. De ello, de la vejez, hablamos con la médico de la fundación Teresa Gómez González, licenciada en Medicina y Cirugía que lleva trabajando en geriatría desde hace 20 años.
¿Considera el envejecimiento como un problema social?
El envejecimiento de la población es, más que un problema, una nueva realidad social. Requiere cambios en las estructuras familiares, en los servicios sanitarios, en las actividades de ocio… Tiene repercusiones económicas para conseguir los cambios necesarios en el modelo de atención que garanticen la calidad en el cuidado global a las personas mayores.
¿Cómo perciben los ancianos el cambio que se ha producido en su propia longevidad?
La mayor parte de las personas tiene miedo a hacerse mayor, por los problemas de dependencia social y gasto económico que esto les puede suponer. El deterioro en el estado físico asociado a enfermedades crónicas, y el deterioro de las capacidades intelectuales, conllevan una dependencia en mayor o menor grado en las actividades de la vida diaria, dependencia que va aumentando según aumenta le edad.
¿Qué respuestas sociales exige el progresivo envejecimiento por parte de la sociedad?
Hay que hacer hincapié en una mayor concienciación social y política sobre el envejecimiento. Esto implica favorecer el aprendizaje de un estilo de vida saludable, fomentando el envejecimiento activo y prevenir la dependencia. Garantizar unas pensiones adecuadas y financieramente viables para evitar situaciones de pobreza en las personas mayores. También tenemos que facilitar el acceso equitativo y universal a la atención sanitaria y a servicios estructurados de asistencia que alivien a las familias de parte de la carga que supone este grupo de población.
¿Qué papel juegan y jugarán las nuevas tecnologías en el tratamiento de los pacientes?
En los últimos años se vienen desarrollando programas de intervención para diversas patologías, apoyados por nuevas tecnologías que nos ofrecen a los profesionales instrumentos de soporte muy válidos por su sencillez, accesibilidad y, en ocasiones, con costes razonables. Pienso que son y serán una herramienta de ayuda importante para mejorar la comunicación, los aspectos cognitivos y emocionales y la adaptación a la vida diaria de las personas con deterioro, mejorando su calidad de vida y la de las personas de su entorno.
¿Cómo se puede mejorar la comunicación con pacientes ancianos?
La comunicación es en general un proceso complejo que puede hacerse más complicada en los ancianos, pues en estos casos influyen las experiencias vitales de cada uno, que les hacen percibir sus síntomas de formas muy diversas y los propios problemas de salud, como alteraciones sensoriales (hipoacusia, déficits visuales..) y pérdidas de memoria que producen retardo en el proceso de información. Por eso los ancianos requieren más tiempo en las consultas. Debemos evitar molestias que puedan producir distracciones, manteniendo el contacto visual, procurando un acercamiento físico suficiente para crear comodidad y cercanía, hablando lentamente, con claridad, en voz alta, y sobre todo escuchando con interés el tiempo que cada paciente necesite para expresar lo que quiere decirnos.