LIBE MIMENZA CASTILLO
[PROGRAMA DE LA EXPOSICIÓN] «Hauspo bidaiaria / El fuelle viajero»
En la exposición El fuelle viajero / Hauspo bidaiaria se repasarán los 35 años de tu recorrido musical, afirmas que va a ser una experiencia sensorial, ¿qué encontrará el visitante?
Primero, agradecer a la Alhóndiga por la invitación para hacer una exposición sobre cuatro décadas de mi trabajo. Junto a los comisarios Alberto Palomera y Robert Garai llegamos a la conclusión de basar la exposición en todo lo que rodea mis discos, pero de una forma muy abierta; será como una puerta, una sensación donde tú entrarás y verás todos los objetos que han rodeado cada proyecto. Claro, no pueden ser todos porque serían cientos de ellos, pero entre todos los seleccionados transmiten la sensación de lo que ha sido este viaje para mí; y sigue siéndolo, porque a pesar de que no haya parado en 35 años, ahora mismo continúo con otros proyectos nuevos. Esta no es una exposición de ir a leer un montón de paneles, es más de sentir. Además, tiene varias sorpresas en la forma de exponer los objetos, eso no os lo voy a desvelar porque es mejor verlo (risas). Sin duda, es también divertida y original.
En el último trabajo, Trikitixaren historia txiki bat, has publicado un libro-disco junto a 7 sorginas que ha sido escrito por Joxean Agirre. Un viaje paralelo a lo largo de la historia de la trikitixa y un viaje a tu infancia donde homenajeas también a tus abuelos, ¿por qué has vuelto a las raíces?
Quería referenciar la parte de mi aitite, su hermana que tocaba la pandereta, mi ama que tocaba la pandereta, bailaba y era pareja de Txilibrin que era albokari de baile. Con este libro-disco quería mostrar esos orígenes de cómo empecé yo en Rekalde, como autodidacta; también la gente que me ha inspirado y que gracias a ellos he conseguido realizar este viaje a través del mundo de la trikitixa. Entre ellos, gente que yo admiro mucho como Laja, Epelde, Elustondo anaiak… Me quería centrar en ese mundo de la trikitixa y para ello creé el grupo Sorginak, además, he jugado un poco con las percusiones y esa sabia nueva de estas chavalas jóvenes que vienen del mundo de la trikitixa tradicional.
En el libro, el aficionado puede mediante los textos de Joxean Agirre y las fotos -tanto de mi archivo, como del archivo del mundo de la trikitixa y las nuevas imágenes que ha creado Igotz Ziarreta-, conocer muchas historias interesantes.
El libro ha sido escrito en euskera y castellano y además traducido a otros seis idiomas (gallego, catalán, inglés, árabe, japonés e italiano). ¿Necesitamos de embajadores que difundan nuestra historia y nuestra cultura musical a lo largo del mundo?
Es un aspecto para mí divulgativo. Yo creo que ahora mismo el problema que tenemos es que en un disco no puedes poner todo lo que te gustaría; por ello, un disco-libro te permite poder publicar todas las fotografías junto al texto en euskera y castellano. Después he tenido la suerte de tener amigos que me han ayudado a traducirlo y mediante Internet mostrarlo al mundo para que puedan conocer este proyecto los de Galicia, Cataluña, los de habla inglesa… es muy interesante abrirlo a otros idiomas, divulgarlo. Es importante abrir el mundo de la trikitixa fuera porque es un patrimonio que todos tenemos, por lo tanto, compartirlo es algo importante.
Ya que has mencionado Internet… tú has conseguido vivir de la música, ¿el nuevo ecosistema tecnológico y los cambios que está experimentando la música son una oportunidad o un reto para la industria musical?
Cada músico, cada grupo, cada aventura es diferente; hay cosas en común que compartimos todos pero a partir de ahí, yo no puedo generalizar porque cómo sentimos nuestro proyecto cada uno de nosotros es diferente. Lo que yo hago es una música muy artesanal que pertenece a las minorías del mundo; he tenido que ser muy versátil, tener muchos proyectos, hacer cosas muy complementarias, estar muy al día… Tienes que hacer un esfuerzo grande, así que te tiene que gustar, lo tienes que vivir; tiene que ser algo vital.
Aprovechar las oportunidades de Internet es algo natural, responde a la necesidad de estar al día; eso es lo que he hecho desde que empecé de forma autodidacta. En mi casa no había tocadiscos, ni casete, ni nada, así que empecé con lo que me dejaron los amigos; y a partir de ahí, imagínate… ha sido una gozada. Mi viaje ha sido una lucha muy bonita, una lucha que la he hecho muy a gusto; experimentando y conociendo todo. En definitiva, todos los momentos son difíciles si te dedicas a la cultura o a la música, y hay que pelearlo mucho.
Pelearse y adaptarse, ¿no?
Eso es. Tienes que estar siempre en constante adaptación y también vas evolucionando tú como persona, te vas conociendo, aprendiendo que puedes dar algo, expresarte…
La exposición no solo recoge tus trabajos sino también tus experiencias, un sinfín de historias que al final confluyen en Bilbao, en Rekalde. ¿Para uno de los músicos más internacionales de Euskal Herria existe mejor legado que el haber compuesto el tema de Mari Jaia que perdurará de generación en generación?
Además fue una sorpresa porque es de esas creaciones que la gente las hace suyas, y yo creo que están por encima de los que hemos estado trabajando en ella. En este caso agradezco a Edorta que vino con la música y la idea; fue una canción para el mundo de las comparsas que al final se ha quedado como himno. Es como un niño que parece que lleva con nosotros desde siempre, ¿no? Son cosas mágicas, aunque tú quieras no se pueden hacer; porque el arraigo está en manos de la gente. A mí me sorprendió porque fue una canción que montamos muy rápido; un tema muy plural, con muchas voces. Cuando empezó a arraigarse fue una alegría poder aportar ese granito de arena en un tema creado en colaboración con la sociedad.
A lo largo de mi carrera he hecho dos canciones para Ibilaldia, una canción para Herri Urrats, otra para Nafarroa Oinez, para Korrika, para la Escuela Pública… he intentado no solo dedicarme a mi carrera profesional sino también colaborar con la sociedad en la que participamos todos. Cuando me han surgido estas oportunidades siempre he intentado hacerlo lo mejor posible. Además, a veces, te llevas gratas sorpresas como con la canción que va unida a Mari Jaia y a las fiestas de Bilbao; para mí, como bilbaíno, es un orgullo.
Cuando escucho la canción, desde mi timidez, muchas veces me da un poco de vergüenza; pero luego cuando ves que de repente hay un subidón cada vez que suena es maravilloso o cuando me acuerdo del año que fui pregonero y la toqué desde el balcón del Arriaga… ver a toda esa gente bailando y participando fue una emoción increíble.
Tal y como has señalado es destacable también tu participación en las diversas actividades culturales en favor del euskara. ¿Dominar la lengua es una asignatura pendiente?
Por supuesto, porque para mí el euskera es algo muy emocionante. Por ello, por ejemplo, también hice la trilogía dedicada a las canciones en euskera. Pero mi generación estudiamos en la escuela nacional en tiempos de Franco y entonces no me dejaban ni llamarme Kepa, me llamaban Pedro… tuvimos ese handicap, que no es excusa. Por ejemplo, mi hermana ha ido a clases de euskera y ha aprendido euskera. Pero yo me metí en este mundo y no he tenido suficiente tiempo, me falta dedicación para darle ese empujón final; yo me defiendo, puedo hablar pero no me expreso igual que como me expreso en castellano. Pienso que son circunstancias que hay que asumir; en mi familia hay una parte que sabe euskera y otra que no. Mi aitite era euskaldun, la familia de mi ama son euskaldunes, pero su madre era de Cantabria, mi abuelo por parte de mi padre era de La Rioja; Euskal Herria está formada por gente de diversas procedencias. Desde luego, no se me ha ido la ilusión y sigo con ello en mi cabeza, quiero mejorar y seguir avanzando.
A lo largo de estos 35 años has publicado 23 trabajos y con ellos has recibido un montón de premios, incluso un grammy latino, ¿cuál es el premio que más ha emocionado a Kepa Junkera?
Ni cuando yo empecé en la música, ni ahora, nunca lo haces por presentarte a un premio; son cosas que vienen añadidas. Siempre han sido sorpresas para mí, y la verdad es que estoy muy contento y agradecido; pero yo ya estaba contento con haber hecho un disco, con un proyecto, con haber tocado… y sobre todo, el mayor premio es seguir estando motivado e ilusionado. Te pueden dar 20 premios pero si de repente no estás con ganas, con energía y con motivación, no estarás contento.
Por lo tanto, mi vida no gira en torno a los premios ni a los reconocimientos, sino que es algo que me ha venido cuando me ha venido, y si no hubiese venido no hubiese pasado nada; yo seguiría igualmente creando, con proyectos entre manos e intentando hacer lo que me gusta.
¿De dónde te viene esa libertad a la hora de componer, experimentar con la trikitixa, y en consecuencia, romper moldes, innovar, abrir vanguardia?
Está unido al tema que me comentabas antes, yo al ser de Rekalde, de Bilbao, al tener otra visión de la música, al tener otra libertad… eso ha enmarcado mi carrera. También ha sido mi opción, ¿eh? Porque siempre hay gente que te dice haz esto o esto no hagas; o cuando me han criticado diciendo que lo que hacía no era trikitixa. Para mí esto es un equilibro de sensaciones. Pero me imagino que tengo tantas dudas, indecisiones y complicaciones como cualquier persona en cualquier faceta.
Yo he elegido esto y en mi carrera he podido hacer un disco con la orquesta, de repente hago un disco con las Sorginak, otro día hago un disco con no sé quién… esa libertad de presentarme en un concierto, hoy de una forma mañana de otra, es algo que no cambiaría por nada.
Sí que podemos decir igual que eres un poco inconformista, es decir, que no te conformas con lo que tienes sino que quieres mezclarlo, cambiarlo, probarlo, experimentarlo…
No lo sé, para mí es algo muy normal, va con mi temperamento, me gustan mucho los contrastes, improvisar, cambiar, variar… no sé si para otros ha sido de otra forma, pero yo desde luego no me hago esa reflexión sobre mí mismo, lo veo como normal. Hago un trabajo, lo siento, lo experimento, y a lo mejor continúo igual o puede que de repente surja otra idea, o me dedique a hacer otra cosa.
Hablando de contrastes, de todas las fusiones que has realizado igual te falta fusionar la triki con el heavy metal, ¿lo ves factible? ¿Cuál es la fusión que todavía no has hecho y te apetece?
Sí, por experimentar… yo acabo de empezar como quien dice, ¿eh? Porque en la música todavía desconozco muchos músicos y muchísimos creadores, y creo que será así siempre. Para apostar por una fusión, tiene que surgir una chispa. No voy tachando recuadros en un ficticio organigrama que me he hecho hace 10 ó 15 años. Depende de si surge, si me apetece, si lo busco… confío más en esa intuición, en ese instinto casi primario, primitivo, que yo creo que todos tenemos; lo que pasa es que a lo mejor unos no nos atrevemos, y otros sí.
No tengo miedo ante ningún creador o estilo, tengo respeto. A lo mejor si hace treinta años hubiesen dicho que iba a ser solista de la Orquesta Sinfónica de Euskadi alguien se hubiese echado las manos a la cabeza y habría dicho que eso es imposible, ¿no? Yo lo tomé como algo muy normal, y la verdad que estoy muy agradecido a todos los músicos de la orquesta porque me hicieron sentirme muy a gusto. Encima tocaron mi música. Puede que eso hace años fuera impensable, ahora no te extraña. Yo creo mucho en esa normalidad y en ese día a día de las cosas.
Ha llovido mucho desde que los italianos nos descubrieron la trikitixa, llevas años ejerciendo también una labor docente, ¿cómo vislumbras el futuro?
Me encanta poder transmitir, y es curioso, yo aprendo un montón. Hay mucha gente que se saca un título y se pone a dar clases -también hay que respetarlo porque es una forma de vida-, pero yo creo que es importante tener experiencias musicales; no solo aprender técnicamente algo para poder transmitirlo teóricamente, sino también a nivel emocional, y para eso tienes que patearte la calle y los escenarios. Creo que eso te da un poso mayor para poder transmitir.
¿Cuál es tu mensaje para los jóvenes que hoy en día estudian y disfrutan de la trikitixa?
Sobre todo que lo hagan con pasión, con mucha energía y mucha fuerza, que sonrían cuando toquen y que se diviertan. Para mí eso es lo importante. Yo me considero joven, ¿eh? Voy a cumplir 50 años pero sigo intentando aplicar eso todos los días que toco, siempre que subo al escenario… como si fuera la primera vez a darlo todo. Por encima de lo que te digan los demás y por encima de modas, hay que intentar siempre apostar por lo que te gusta, lo que te atrae, e ir a por ello.
Con motivo de la inauguración de la exposición Hauspo bidaiaria / El fuelle viajero que repasará su recorrido hemos propuesto a Kepa Junkera un viaje íntimo por su trayectoria. Afirma que su carrera es como un tetris pero a la inversa: «en vez de ir de arriba abajo, todo está cimentado en algo; no puedes quitar una pieza». Aún así, en este ejercicio personal, selecciona sus cinco discos más especiales, porque aunque en el tintero se queden muchas cosas, estos trabajos «reflejan cuál ha sido mi viaje».
Infernuko Auspoa – Kepa, Zabaleta eta Motriku (1986)
«A nivel emotivo me quedo con mi primer disco porque es el primero; es la primera aventura, yo creo que eso es importante, es el momento en el que te lanzas al mundo de la música».
Bilbao 00:00h (1998)
«Este es un disco doble en el que se concilian un montón de colaboradores muy interesantes. Creo que eso me situó en otros territorios y me abrió otros oídos».
K (2003)
«Este es el disco con el que me dieron el grammy, pero es especial más que por el grammy porque creo que logré plasmar un sonido que había trabajado durante muchos años: unir el sonido de la txalaparta con la batería, con las voces búlgaras, un cuarteto de cuerda… un disco doble con todos mis temas que se grabó en el Arriaga en directo, eso también es una satisfacción».
Ipar Haizea – Kepa Junkera y la Orquesta Sinfónica de Euskadi (2011)
«Este disco normaliza los estilos de la música uniendo la música popular a este nivel. También fue importante a nivel simbólico unir la trikitixa a una orquesta».
Kepa Junkera & Sorginak (2014)
«Destaco mi último trabajo con Sorginak porque creo que esta ha sido una experiencia en la que hemos creado un disco solo con una trikitixa, unas percusiones, voces y unos instrumentos más stándar; creo que es importante».
