JAVIER M. DE LA HORRA
Gorka Bueno Mendieta es profesor de la Escuela Superior de Ingeniería de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), miembro de Ekologistak Martxan y especialista en gestión de residuos y reciclaje. Acaba de elaborar un exhaustivo informe, muy crítico con la Diputación Foral de Bizkaia, donde rebate las cifras de reciclaje efectivo en 2014 aportadas por la institución. «Ha recurrido a una trampa metodológica que no se ajusta a la normativa europea para extraer las cifras que le interesa», asegura en rueda de prensa minutos antes de la entrevista. El grupo ecologista ya ha pedido por escrito que los datos sean clarificados porque «cae en contradicciones». «La transparencia es fundamental, hay que crear una cultura en la sociedad para que se exija información y datos a la Administración», opina Bueno durante el encuentro con este diario, celebrado ayer miércoles 25 de marzo en la Ekoetxea de la Calle Pelota del Casco Viejo de Bilbao.
En ocasiones, las personas no parecemos ser conscientes de la importancia del reciclaje. ¿Qué debemos hacer para reciclar bien los residuos?
Seguir con lo que en el ámbito de los residuos denominamos «la jerarquía de residuos». Lo primero que hay que hacer es no generarlos, y eso se hace reutilizando los productos, reparándolos, lo que da lugar a una reducción en su generación. En el ámbito del diseño industrial es importante diseñar los productos para que duren más y se rompan menos, para que haya menos productos que puedan acabar en el vertedero, y eso es una cuestión de diseño industrial. A partir de ahí tenemos el reciclado, que es la fase siguiente. Hay que insistir en que el reciclado no es la primera opción, antes hay otras opciones: ver si se puede diseñar ese producto de una determinada manera para que luego ese material no se genere. Por ejemplo, en el caso de los envases es claro: las botellas de plástico pueden ser sustituidas por las de vidrio, que se pueden reutilizar.
Usted es crítico con la incineración como medio, ¿por qué?
Como profesor de Universidad que trabaja en este ámbito, yo no diría que soy contrario ni que estoy a favor. Lo que digo es que si se hace un balance ambiental utilizando determinadas metodologías, que están reconocidas en el ámbito académico y en al científico, se puede concluir que la incineración, que seguramente es mejor que otras opciones, tiene otras alternativas que son mejores. A partir de ahí, sería conveniente optar por esas mejores alternativas desde el punto de vista global.
¿Cuáles son en su opinión esas opciones?
Nos las da la propia jerarquía de residuos, que establece que por encima de la incineración, existen otros tratamientos finales que son más prioritarios. Básicamente, el reciclado. La incineración es un vertido a la atmósfera en el que, como se genera energía en esa incineración, esa energía se puede aprovechar. Pero esa valorización que denominamos energética, cualitativamente es peor que la valorización material. Cuando yo tengo un residuo es mucho mejor valorizarlo materialmente, desde el punto de vista del reciclaje. Incluso desde el punto de vista energético, es mejor valorizar los materiales que la energía: cuando yo valorizo la materia, indirectamente estoy evitando unos consumos de energía que son, por lo general, significativamente mayores que la energía que yo recupero cuando hago valorización material en la incineración. Al final, el que el reciclado tenga prioridad frente a la incineración, es algo que está inserto en la normativa europea de gestión de residuos.
¿Quién controla el reciclaje? ¿Sería conveniente establecer un órgano independiente?
Lo fundamental es que haya transparencia. Creo que a día de hoy existe una normativa europea que es bastante exigente para que seamos capaces de saber cuántos residuos generamos, dónde se entregan y cómo se gestionan.
Estamos bien, entonces…
Eso es solo la mitad de la película. Si vemos como hoy, que la Administración utiliza datos y los manipula, deja de cumplir con su función. Por eso, aunque todavía se tiene que avanzar en la transparencia y en la publicidad de datos, después es fundamental crear una cultura en la sociedad en la que nosotros exijamos a la Administración esos datos y esa información. En definitiva, transparencia. Todo lo que afecta al medio ambiente y a la generación y tratamiento de residuos son cuestiones de naturaleza pública. Cualquier ciudadano o ciudadana tiene que tener acceso a ello. Por eso muchas veces lo importante es promocionar esta cultura de exigencia de esta información a las instituciones y a las empresas. Seguramente, esa es la mejor forma de que las instituciones, las empresas y el sector productivo se sienta vigilado y haga bien las cosas.
Dentro de la administración hay técnicos que son grandes profesionales, que se preocupan de que las cosas salgan bien. Pero claro, al margen de los técnicos están los cargos políticos, y no es lo mismo tener un departamento específico que se encarga de gestionar el seguimiento de los datos con cinco técnicos que con cincuenta. Los cinco técnicos pueden ser fenomenales, pero si están desbordados no tienen capacidad para realizar ese control. El problema no es de los técnicos, sino de los políticos y de las políticas, que determinan el dinero que recibe ese departamento que pone en marcha esas políticas de control.
¿Hay carencias también en la educación ambiental? ¿Cómo ha evolucionado?
Creo que se está avanzando. En los últimos 15 o 20 años, en el ámbito de los residuos se ha avanzado mucho en la concienciación, gracias a los movimientos sociales como Ekologistak Martxan. En el ámbito formativo tal vez se podría avanzar más, pero bueno, se ha avanzado. En la universidad, junto a otros profesores, estamos impartiendo un posgrado en gestión y tratamiento de residuos conjunto entre la UPV/EHU y la UEU. Es un posgrado que se lleva impartiendo tres años, algo novedoso, y que trata de dar respuesta a una necesidad de formación de técnicos y técnicas para que trabajen en este ámbito con una perspectiva moderna.
Mucha gente sigue poniendo en duda que realmente se reciclen los residuos, especialmente los plásticos. ¿Qué opina?
La normativa de gestión de residuos establece que tiene que haber una trazabilidad de los residuos, es decir, que la ciudadanía tiene que ser capaz de saber el camino que siguen esos residuos a lo largo del sistema de tratamiento. Esa información se supone que debe estar centralizada por las administraciones, y la tiene que suministrar a aquellas personas que la soliciten. La duda que planteas es común, lo que podemos hace es preguntar a la administración a dónde van esos plásticos que son separados en las plantas de Bizkaia. A partir de ahí, tendríamos que ser capaces de saber a dónde van.
Lo que sí me consta es que algunos de los plásticos que se recogen y se reciclan son materiales con una composición química muy valiosa, y que tienen un coste muy alto. Pero eso no es algo nuevo. El aluminio, o el cobre, son metales reciclables con un coste por tonelada muy elevado. Ahí hay mucho dinero y posiblemente las empresas… Lo fundamental es facilitar las cosas al máximo posible desde el principio. Y para eso es fundamental hacer una recogida selectiva en origen que facilite la separación posterior de plásticos. Al final, en esto de los residuos no hay mucha complicación: lo fundamental es hacer una recogida selectiva en origen y después dar a cada fracción material el tratamiento adecuado.
¿Cómo realiza usted el reciclaje?
Yo recojo vidrio, recojo plásticos, papel, aceite, pilas, ropa que se queda vieja, en mi trastero tengo una caja donde dejo un pequeño electrodoméstico, un móvil viejo o una sartén. Ya tengo siete fracciones. El problema es la fracción orgánica. Lo que queda es recoger de forma selectiva la fracción orgánica, porque supone entre el 40 y el 50%. Si fuéramos capaces de establecer sistemas de recogida selectiva de la fracción orgánica, realmente habríamos avanzado enormemente en el ámbito del tratamiento de residuos. Porque esa fracción orgánica no estaría contaminada con otros residuos, y por tanto se podría someter a procesos de compostaje que dan lugar a una reducción sustancial del flujo de residuos: el carbono se oxida y lo que me queda es el compost, que tiene la consideración de abono.
¿Está la sociedad lo suficientemente madura como para asumir este compromiso de selección de residuos?
Si hacemos bien las cosas, ya tenemos siete fracciones. Al final, no me cuesta mucho incluir la parte orgánica.
Me refería a si seríamos capaces de hacer esa selección completa…
A ver, yo como ciudadano no puedo coger el aceite de mi coche y tirarlo a la alcantarilla. A nadie se le ocurriría hacer eso. Pues con las basuras es lo mismo: al final tenemos que lograr una economía circular que se cierre en el reciclaje, que exige una recogida selectiva. En esa recogida existen diferentes alternativas. Aquí tenemos polarizado el debate con la recogida puerta a puerta, pero al final este método es una opción más. No me imagino una recogida puerta a puerta en la Gran Vía de Bilbao, pero en otras muchas zonas, incluso urbanas muy pobladas de Bilbao, se pueden utilizar sistemas de recogida que pueden ser parecidos al puerta a puerta, pueden ser comunitarios… Hay que hacer diseños atendiendo a las necesidades concretas de la población en cada lugar. Lo importante no es tanto el debate en torno al puerta a puerta, el quinto contenedor, o que tenga o no un chip, sino el que no haya posibilidad de recogida diaria de fracción resto donde se echa todo el residuo orgánico. Esa es la clave.
¿Y dónde está en su opinión el problema para no hacerse?
En que si nos vamos a ese diseño hay perdedores: las plantas de incineración se quedan sin alimento y las grandes empresas que tienen grandes infraestructuras de recogida y de tratamiento de residuos también salen perdiendo. El modelo de tratamiento y de gestión de residuos con una recogida muy selectiva y con una fuerte apuesta por el compostaje de la materia orgánica, es un modelo de pequeña escala y de pequeñas plantas de compostaje en los núcleos urbanos, donde hay más mano de obra y menos gran tecnología y gran instalación.
Y aquí hay que decir algo: que esto da lugar a un aumento de las fracciones a reciclar y también hay un terreno de juego amplio para la innovación y el desarrollo económico en el ámbito de la reutilización reciclada de materiales. Lo que pasa es que hay que cambiar un modelo. Y claro, hay intereses de determinados sectores, que pueden ser legítimos, pero que deben contraponerse con otros intereses que son tan legítimos o más, y con un balance global medioambiental de los modelos productivos que nos tienen que llevar en una dirección o en otra.