GAIZKA ESPARZA
El Día Mundial del Teatro fue creado en 1961 por el Instituto Internacional del Teatro. Para su conmemoración una figura de talla internacional comparte cada 27 de marzo sus reflexiones a través de un mensaje, que este año ha sido escrito por el director polaco Krzysztof Warlikowski. Un texto en el que afirma que no hay nada que pueda revelar las pasiones ocultas mejor que el teatro. De revelar pasiones y de todo lo relacionado con el mundo de los escenarios saben mucho Adolfo Fernández de K Producciones, Jokin Oregi de Tartean Teatroa y Alex Díez de Teatro Gorakada. Las tres compañias vizcaínas comparten este año nominaciones de la XVIII edición de los Premios Max de las Artes Escénicas, y con ellos hemos querido hablar para conocer un poco mejor sus espectáculos y saber cuál es el presente de la profesión.
Tras un periodo de crecimiento que se alarga hasta los primeros años del siglo XXI, el sector cultural en su conjunto ha entrado en una época de retroceso que acumula unas importantes pérdidas debido a la crisis económica, la piratería, la subida del IVA cultural o los cambios en los hábitos de consumo de la población. En el sector teatral desde 2008, según datos de la SGAE, se han acumulado unos descensos que han llegado al 29,1% en el número de representaciones, mientras que la asistencia ha caído más de un 30%. Sin embargo, y a pesar de estos desalentadores datos, las gentes del teatro luchan día a día para hacernos soñar, reflexionar, reír y llorar a los espectadores.
Teatro comprometido
Ejecución hipotecaria de la compañía K Producciones cuenta con tres nominaciones: mejor espectáculo de teatro, mejor actriz de reparto y mejor autoría revelación. El texto de Miguel Ángel Sánchez parte de un suceso real ocurrido en Alemania, donde un hombre acabó con la vida de quienes pretendían sacarle del que hasta ese momento había sido su hogar. La obra trata de hacer una reflexión sobre la legitimidad de la violencia ante la injusticia social. El director de la obra es Adolfo Fernández, quien nos cuenta que cuando una sociedad es castigada empieza a manejar palabras «muy gruesas», que ya teníamos olvidadas como, “habría que acabar con todos”o “cualquier día cojo una escopeta y me lio a tiros”. Fernández asegura que esas frases tan terribles se empiezan a escuchar otra vez, porque si no te ha pasado algo así, conoces a gente que le ha pasado, porque la distribución de la riqueza es cada vez más injusta: “No es una violencia organizada, no hay asociacionismo para delinquir o para vengarse, son simplemente arrebatos pasionales que surgen de una persona que ha tenido una terrible experiencia. Es lógico que se pasen esas ideas por la cabeza, aunque lógicamente inexcusable, que luego se lleven a la práctica”.
El director y actor sevillano afirma que el arte tiene que entretener y divertir, pero también mostrarse sensible a lo que ocurre en el mundo. “Mi compañía ha optado por el compromiso. Desde el campo en el que nos movemos, que es el teatro, lo que hacemos es coger situaciones de la realidad que son denunciables y subirlas al escenario para propagar nuestra rabia o denuncia”.
Desde que la obra se estrenó en Santurtzi en 2013, han tenido que sortear muchos obstáculos. «Hemos estado peleando mucho con el espectáculo hasta el punto de pensar en terminar con la empresa, algo que no vamos a hacer. Nos ha afectado la subida del IVA cultural, la falta de dinero de los ayuntamientos para contratar y el que los encargados de programar pertenezcan al partido político de turno. Nos enfrentamos a la banalidad de nuestros dirigentes, a su falta de preparación y a su discapacidad cultural e intelectual”, se queja Adolfo. Pero el “enemigo” a juicio de este director no sólo está fuera: “Dentro de las empresas teatrales hay gente que aprovechándose de la crisis, no da de alta a los trabajadores, dice que no hay dinero para ensayos y paga dietas y honorarios miserables. Hay mucha empresa pirata y yo lo denuncio siempre que puedo. Si no puedes, deja de ser empresario, dedícate a otra cosa y que te contraten a ti. Pero si tu contratas tienes un compromiso y tienes unas normas que cumplir. Mucha gente ha luchado por ello”.
A pesar de esta situación, el director de Ejecución hipotecaria se muestra contento por todo lo que se está moviendo. “Yo he visto productos muy buenos en Euskadi. Me interesa mucho todo lo que hace Iñaki Rekarte, un chico muy joven que está dirigiendo cosas fantásticas, la historia del Pabellón Número 6 o los Cuartitos de Arriaga”.
El respeto y la libertad que nos dignifica
Jokin Oregi, director de Kibubu , otro de los espectáculos nominados a los premios MAX, confirma la buena salud de la que gozan nuestras producciones teatrales. “Llevamos unos cuantos años teniendo un protagonismo muy importante dentro del panorama estatal y eso muestra cierta solidez basada en la exigencia y la especialización. Que en nuestro territorio haya tres o cuatro compañías que podrías incluirlas en un listado de las diez mejores del estado no es poca cosa. En cualquier caso, hay que seguir mejorando. La solidez y la exigencia hay que reforzarlos continuamente. Espero que todos, como sociedad, empujemos en esa dirección”.
Kibubu es el cuarto espectáculo de la compañía Marie de Jongh de Tartean Teatroa. La obra se estrenó en la Alhondiga de Bilbao en diciembre de 2013, y a día de hoy, y después de haber recibido importantes premios, se encuentra inmersa en la gira madrileña de Teatralia, donde todos los años se exhiben no más de 19 compañías de todo el mundo. Se trata de un espectáculo tierno, divertido y emocionante que nos habla del respeto y la libertad, que nos dignifica a través de la relación que se establece entre dos clowns con un gorila «de tercera o cuarta mano», al que el hombre pretende adiestrar para su nuevo espectáculo. La mujer no lo verá claro. Sobre todo cuando el hombre utiliza métodos un tanto humillantes.
Oregi cree que la propia ignorancia de la sociedad en su conjunto es uno de los grandes obstáculos con los que se enfrenta la profesión. “Y me incluyo el primero. Debemos tomar conciencia de lo importante, necesario y enriquecedor que puede ser vivir una experiencia teatral de gran calidad. Eso nos afecta a todos los que de alguna manera somos parte de este mundo, desde los políticos hasta los miembros de las compañías”, argumenta.
Aunque la obra esta nominada en el apartado infantil, está pensada para que disfruten de ella personas de cualquier edad. “Nosotros nunca pensamos en los niños como espectadores del futuro. Para nosotros son espectadores del presente y a ellos nos debemos. En cualquier caso, nosotros nos dirigimos en nuestros espectáculos tanto a los niños como a los adultos que les acompañan. Nos parece interesante y muy necesario ofrecer experiencias que se puedan compartir juntos. Es una delicia ver a ambas generaciones disfrutar de la obra”.
Magía y poesía sobre el escenario
En la categoría de mejor espectáculo infantil también cuenta con una nominación Aladino de Teatro Gorakada. El protagonista que da nombre a la obra conoce a un misterioso personaje que le ofrece hacerse rico si le ayuda a conseguir una vieja lámpara de aceite que está en una cueva encantada. El universo de las 1001 noches es representado por actores de carne y hueso, con la ayuda de marionetas que hacen un efecto de máscara. Según nos ha explicado Alex Díez, director de Gorakada, sobre el escenario se hace un importante trabajo de coordinación para que el espectador tenga la sensación de que son grandes muñecos los que se mueven sobre las tablas.
Esta mención le llega a la compañia después de que otro de sus espectáculos, La vuelta al mundo fuera nominado hace dos años. “Creo que hay mucho de reconocimiento a la trayectoria, a la constancia y a la regularidad de las propuestas. En estos momentos en los que la contratación baja , el que te reconozcan un trabajo así, influye a la hora de la contratación”, celebra Alex.
El director de Gorakada es consciente de que son tiempos complicados para la industria teatral, pero a pesar de ellos se muestra optimista. “Si antes hacíamos 20 representaciones, ahora hacemos 10. El IVA cultural ha incrementando el precio de las entradas, mientras que las economías de las familias se han reducido. Todo eso afecta. Pero yo soy optimista y valoro mucho el que las familias acudan al teatro y que paguen la entrada. Además, creo que ha habido un repunte de espectadores sobre todo en las ciudades. El bajón del teatro familiar no es tan grande como el de los adultos”. Otra de las razones para sentirse esperanzado es el buen nivel de las obras: “Tenemos la gran suerte de contar con producciones muy buenas en los últimos años. Esto hace que las compañías vizcaínas tengamos una notable presencia a nivel tanto estatal como internacional”.