Íñigo Pirfano: «La música puede sacar lo mejor de cada uno de nosotros; puede hacernos mejores personas»

Iñigo-Pirfano

LIBE MIMENZA CASTILLO

El compositor y director de orquesta, coro y ópera bilbaíno Íñigo Pirfano, acaba de publicar su tercer libro «Música para leer: siete notas para amar la música» (Plataforma Editorial, 2015). Mediante esta guía para iniciarse, profundizar y llegar a amar el mundo de la gran música, consigue divulgar su pasión, y es que está convencido de que «la música es una auténtica vía de conocimiento; da respuesta a las cuestiones que más nos afectan y más nos importan». Eso sí, necesitamos acercarnos a ella, conocerla y comprenderla, porque «en la vida, la conquista de las cumbres más escarpadas y difíciles son las que más satisfacción procuran».

Con el libro asumes el papel de sherpa, desvelas las claves del alpinismo musical y acompañas a todo el que lo desee hasta las cumbres de las gigantescas creaciones artísticas. Parece tan complicado como un ochomil.

Efectivamente, se trata de una tarea complicada y extraordinariamente urgente. No puede ser que un país como el nuestro –con un enorme potencial y mucho talento- continúe siendo un perfecto ignorante en lo que a música se refiere. Se hace precisa una gran labor de divulgación que ayude a que la música ocupe un lugar importante en las vidas de las personas.

Al hablar del esfuerzo, hay gente que se paraliza. ¿Por qué supone un esfuerzo la música? ¿Merece la pena?

Todo lo bueno exige esfuerzo; y cuanto mejor es, más esfuerzo requiere. Hablar con fluidez un idioma extranjero o dominar un deporte, pongamos por caso, llevan consigo muchísimas horas de aprendizaje y práctica. Sin embargo, este esfuerzo siempre resulta recompensado; por eso, vale verdaderamente la pena. En la vida, la conquista de las cumbres más escarpadas y difíciles son las que más satisfacción procuran. Ésta es una idea que conviene no olvidar.

¿Puedes desvelarnos algunas claves para acceder a la música?

Para amar algo –o a alguien- antes hay que conocerlo. Y conocerlo bien. Un escritor clásico se refería a la inculturación de los pueblos bárbaros con estas palabras: “dejaron de odiar cuando dejaron de ignorar”. Difícilmente podremos amar la gran música si continúa siendo una realidad lejana y misteriosa.

Ya que eres filósofo de formación antes que músico, ¿por qué tememos a la música clásica? ¿Conocer la vida de los músicos hará perder el miedo tan arraigado a la gran música?

Insisto en la idea anterior. Le tenemos miedo porque no la conocemos bien. No disponemos de “claves” para interpretarla y comprenderla, y eso hace que muchas veces la despreciemos como algo propio de gente aburrida o extraña. En realidad, es una reacción un poco orgullosa.

Has seleccionado a siete maestros, todos hombres…

Libro-Música-para-leerHabría querido escribir sobre otros muchos compositores pero no he podido hacerlo por una pura cuestión de falta de espacio. Sin embargo, en este libro doy a conocer la figura de algunas mujeres excepcionales –como Clara Schumann o Alma Mahler- que jugaron un papel decisivo en las vidas de algunos grandes creadores, y, por lo tanto, en la historia de la música.

Afirmas que el acceso al mensaje poderoso y transformador de la música exige pedagogía. ¿Cuál es ese mensaje poderoso y transformador?

La música puede sacar lo mejor de cada uno de nosotros; puede hacernos mejores personas. La obra musical entra en comunicación con nuestro reducto más íntimo y pide una respuesta en forma de conducta. El contacto directo e inmediato con lo bello y con lo verdadero nos desarma; nos pone en disposición de abandonar toda forma de altanería y de orgullo. Es algo parecido a lo que sucede cuando vemos a una criatura indefensa. Si todos fuéramos realmente conscientes de esto, creo que el mundo sería más habitable y bello.

¿Por qué opinas que el enfoque de la enseñanza musical no es la adecuada?

Con mucha frecuencia se centra casi exclusivamente en cuestiones técnicas. Y es muy importante no olvidar las palabras del gran violonchelista Rostropovich: “la música es un asunto del espíritu”.

Ya que citas el espíritu… dice Plácido Domingo en el prólogo que el libro es una “audaz defensa de la educación del espíritu”, ¿sin espíritu no hay música?

Sin espíritu no hay nada propiamente humano. El problema de una sociedad como lo actual es que, con mucha frecuencia, identificamos el espíritu –esto es, lo “espiritual”- con la consulta de una médium o los subproductos de Halloween. Sin embargo, un beso, una caricia, silbar una canción o dar las gracias son realidades eminentemente espirituales.

De estudiar filosofía a dirección de orquesta, coro y ópera, para meterte a escritor y conferenciante TED… ¿De Bilbao al mundo tan solo hay un pequeño paso?

Como decía el cómico latino: “hombre soy; nada humano me es ajeno”. A mí sólo me interesa la música si con ella puedo hacer que la gente sea un poco más feliz. Para ello, estoy convencido de que resulta imprescindible ser un gran pensador y un mejor comunicador.

Terminamos con otra cita: “El aprecio hacia la música mal llamada clásica aún no parece haberse obrado con éxito”, ¿la mal llamada música clásica, por qué?

Primero porque el término “clásica” responde al estilo de una época histórica muy concreta. Después, porque con esa designación la estamos arrinconando en el anaquel de la vajilla de fiesta, con el riesgo de que deje de ser útil en el día a día, y se convierta en un adorno eventual y prescindible. La música es una auténtica vía de conocimiento; da respuesta a las cuestiones que más nos afectan y más nos importan. Mientras desconozcamos el significado profundo de lo que acabo de decir, seguiremos sin tener ni idea de la grandeza que la música contiene.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *