REDACCIÓN BBN
La Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Galindo es la mayor instalación de estas características de Euskadi, una planta que da servicio a un millón de habitantes. Cuando fue diseñada y levantada en los años 80, en una parcela industrial de Sestao, la afección a la población circundante era baja. Pero la expansión urbanística de la zona ha llevado a la búsqueda de alternativas para mitigar los distintos impactos de la instalación. Además de la integración paisajística, una de las líneas de trabajo prioritarias del Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia se ha centrado en la mitigación del olor que genera el proceso de depuración de las aguas residuales.
Con esta finalidad, en el año 2009 se redactó un estudio cuyo objetivo era el de limitar la percepción del olor de los vecinos y vecinas de la zona.
Los trabajos que se iniciaron en agosto de 2012, han supuesto una inversión de casi 5 millones de euros. Esta primera fase, se ha centrado en la línea de fangos y ha consistido en la ampliación de la capacidad de ventilación instalada en la zona de su tratamiento que permitirán confinar y captar nuevas zonas de emisión de olor y mejorar la renovación de aire. Además, se ha innovado en su diseño para favorecer una instalación mucho más eficiente a nivel de consumo energético.
Por otro lado, se ha instalado un biofiltro de altas prestaciones en sustitución del actual sistema de desodorización, aumentando la eficacia de eliminación del olor presente en el aire tratado hasta un 95%, y evitando además el uso de reactivos en el proceso, ya que sólo consume agua. Estas actuaciones se han completado con el cubrimiento de los flotadores de fangos mediante domos de aluminio.
Esta primera fase incluye además la reordenación del parque de depósitos de residuos extraídos del agua en el pretratamiento, mediante la construcción de un edificio para el almacenamiento de contenedores, a fin de evitar la emisión de olor al exterior, y la sustitución de las cubiertas de poliéster de los espesadores por otras de hormigón, de mayor resistencia y durabilidad.
En definitiva, los trabajos se han centrado en confinar el olor para absorberlo y proceder a limpiarlo antes de devolverlo a la atmósfera.