Redacción. Oro parece, plata no es. La respuesta no es la evidente. Y es que, precisamente, son muchos los casos o situaciones en las que las cosas no son lo que realmente aparentan ser. Si hay alguien que dude al respecto, que se lo pregunte a Katrina Bookman. Ante esto, se plantea la siguiente cuestión, ¿quién es esta persona?
La respuesta es obvia: alguien que ha sufrido en su propia piel una historia cuyo final no cumplía las características propias de una película Disney en la que todos ‘fueron felices y comieron perdices’. Jugar a las máquinas tragaperras en internet o en un casino, puede desembocar en un buen final en el que todo son alegrías o en uno de esos agridulces y que, por tanto, son la antítesis de todo cuento infantil.
Quizá esta historia puede explicar por qué cada vez más personas prefieren jugar a máquinas tragaperras, así como a otros juegos de casinos en internet, ya que, como reflejan los datos de la Dirección General de Ordenación del Juego en España, ha aumentado en el último año el número de jugadores en internet considerablemente. Por ejemplo, en la app de 888 Casino ha incrementado el número de registros y de jugadores, lo que hace ver el estado óptimo del mercado.
“Era una selfie que ella pensaba que valía casi 43 millones de dólares”. Así comienza la historia, según publicó la CNN española, de Katrina Bookman. Una mujer estadounidense que creyó haber ganado el mayor premio de una máquina tragaperras a finales del pasado verano, en el Resorts World Casino, situado en Nueva York (Estados Unidos), y que, en pleno éxtasis se tomó la libertad de tomarse una fotografía junto a la máquina, en al cual se reflejaba el supuesto premio a recibir. 43 millones de dólares, lo que equivale a 38 millones de euros.
Sin embargo, la sensación de la victoria tan sólo duró unas horas. «No puedo ni describir lo que sentí. Mi cuerpo quedó entumecido», declaró la protagonista en una cadena estadounidense. Ésta, al ver en la pantalla la desorbitada cifra, se dirigió directamente a su hogar para festejarlo con su familia, a los que crio como madre soltera. Lo que no se iba a imaginar era lo que iba a suceder. Cuando regresó al casino con la firme intención de pedir el dinero correspondiente. Fue entonces, cuando le dieron la noticia de que no lo recibiría. El motivo fue que se había producido una incidencia en la máquina, por lo que su alegría se convirtió, en cuestión de segundos, en desilusión.
El casino, con el objetivo de tratar de compensar el estrepitoso error, ofreció una cena de cortesía a la damnificada, para disfrutar junto a su familia. Oferta que provocó su enfado tras conocer la verdad e incitó a reclamar la legalidad del premio. Por ello, su abogado ha comenzado la disputa para conseguir Katrina pueda recibir 6.500 dólares, ya que es el premio más alto que puede dar este tipo de máquinas. «Ellos ganan y ahora la casa no quiere pagar, es injusto», declaró el abogado.
Por su parte, el casino alegó que los jugadores asumen su responsabilidad ante un posible error de las tragaperras. Siguiendo esta línea, la misma la Comisión de Juego de Nueva York corrobora que, si ocurre alguna incidencia a causa de un mal funcionamiento de alguna de las máquinas, quedan anulados automáticamente los premios y exime de responsabilidad al casino.