Alejandro Cearreta: «Tenemos la capacidad de corregir el rumbo del planeta»

Foto Alejandro Cearreta

LIBE MIMENZA CASTILLO

¿Estamos ahora ante una nueva era geológica? ¿Cuáles son los cambios que justifican la designación de una nueva etapa? El paleontólogo Alejandro Cearreta (Bilbao, 1960) desmenuzó estas claves en la conferencia El Antropoceno: ¿estamos en un nuevo tiempo geológico? impartida en Azkuna Zentroa dentro del ciclo de charlas divulgativas Zientziateka.

El término «Antropoceno» fue acuñado en el año 2000 por Paul Crutzen, premio Nobel de Química, ¿qué significa?

Él acuñó el concepto para diferenciarlo del tiempo geológico en el que nos encontramos ahora, pensó que en este momento nuestra especie está alterando y sacando al planeta de su variabilidad natural por lo que consideraba que el tiempo geológico en el que oficialmente estamos – la época holoceno- habría terminado y estaríamos en otra etapa; una era caracterizada por nuestra especie como principal agente geofísico de transformación del planeta.

¿Cuáles son las características de esta nueva época?

Fundamentalmente que la mayor parte de los procesos geofísicos; por ejemplo, la química de la atmósfera, la química del agua, el ciclo del nitrógeno, la desaparición de especies o el remplazamiento de especies en los ecosistemas, el transporte de sedimentes desde los continentes a los océanos… todos estos factores están saliendo de su variabilidad natural de los últimos 2,8 millones de años – tiempo que corresponde al periodo cuaternario en el que vivimos-. Por lo tanto, nuestra especie está tomando un papel en esa alteración que hasta ahora no tenía, a pesar de que antes también había humanos en el planeta.

Lo que ocurre es que el Antropoceno no se caracteriza solamente por la presencia de los humanos y la huella humana en el planeta, sino porque esa huella hoy en día es tan intensa y rápida que está sacando al planeta de sus parámetros naturales.

Es decir, sería la primera vez que la actividad del ser humano marcaría el cambio geológico, ¿no?

Exacto. En geología, dividimos la historia de nuestro planeta en determinados intervalos de tiempo en función de lo que ha ido ocurriendo a lo largo de ese tiempo. Lo que ocurre es que desde que hemos aparecido los humanos, hemos ido transformando ligeramente el planeta, progresivamente de un modo cada vez más intenso; hasta que hemos pasado un punto de inflexión cualitativa en el cual la química de la atmósfera (la cantidad de CO2, de metáno, de vapor de agua…) es responsabilidad de la actividad humana; cosa que no había ocurrido hasta hace poco tiempo.

Entonces, vivimos una nueva época en la historia de nuestro planeta, ¿pero desde cuándo? El debate científico no consigue ponerse de acuerdo en la escala del tiempo…

Crutzen, cuando emite el concepto en el año 2000, considera que el Antropoceno habría comenzado con la invención de la máquina de vapor a finales del siglo XVIII y con el auge del capitalismo industrial; sin embargo, como se trata de un concepto inicialmente geológico y no solo cultural, el debate está en cuándo empezamos a encontrar huellas en los sedimentos, es decir, en la geología, para que esas huellas nos demuestren que los humanos estamos transformando el planeta. Hay distintas hipótesis sobre cuándo podría haber comenzado el Antropoceno, pero fundamentalmente hay tres que son las más importantes.

¿Qué dicen esas hipótesis?

La primera considera que el Antropoceno comenzó hace 6.000 años con la neolitización, es decir, en el momento en que los humanos empezamos a domesticar animales y plantas. Lo que ocurre es que desde el punto de vista geológico no es posible aceptar esa fecha de inicio porque no es una fecha de inicio simultánea en todo el planeta, no es sincrónica, ya que encontramos centros de domesticación hace 9.000 años en China o Sudamérica, hace 8.000 años en Oriente Medio y aquí empezamos hace 6.000 años. Por lo tanto, si lo consideramos desde el punto de vista geológico, todo el planeta tiene que entrar a la vez en el Antropoceno, así que las huellas que caractericen al Antropoceno, tienen que ser simultaneas en todo el planeta. En consecuencia, desde el punto de vista geológico, esa similitud entre Antropoceno y neolítico no sería valida.

¿La segunda valdría?

Tampoco la segunda hipótesis. Esta corresponde a la idea original de Crutzen y sitúa el inicio del entropoceno en la revolución industrial. No es una hipótesis válida porque la revolución industrial comienza en Gran Bretaña a finales del siglo XVIII; de ahí se empieza a extender a todo el planeta, por ejemplo, a nosotros nos llegó a mediados del siglo XIX y todo el proceso de industrialización feroz que están viviendo China o India hoy en día son parte de ese proceso todavía. La industrialización es un proceso que, por lo menos, dura más de 200 años y por tanto, tampoco sería simultaneo en todo el planeta.

Después de descartar esas dos, ¿cuál es la tercera hipótesis? ¿Es esta válida?

Un proceso que sí es sincrónico en todo el planeta es lo que se conoce como la gran aceleración. Es el proceso que se produce después de la Segunda Guerra Mundial, más o menos en la década de 1950, cuando la población humana se dispara -actualmente somos 7.000 millones de personas en el planeta- y a su vez se dispara la cantidad de utilización de materias primas -consumos de agua, consumos de papel, consumos de productos de hidrocarburos, etc.-, y ese proceso de gran aceleración sí se produce de modo prácticamente simultáneo en todo el planeta.

Entonces, ¿la simultaneidad de los acontecimientos marca el cambio de era?

Sí, pero, además, para que geológicamente pueda ser aceptado tiene que haber una serie de huellas en los sedimentos que aparezcan simultáneamente en el planeta en su conjunto.

¿De qué huella estamos hablando?

En este momento, la huella más importante son los isotopos radioactivos de origen artificial; es decir, los que se originaron en nuestro planeta como consecuencia de la detonación de las bombas atómicas. La primera detonación ocurrió en el año 1945 en Alamogordo (Nuevo México) con fines bélicos, después vienen las bombas de Hiroshima y Nagasaki para posteriormente, hasta los años 60, las superpotencias lleven a cabo una serie de detonaciones en la atmósfera que liberaron una gran cantidad de isotopos radioactivos -como cesio 137, estroncio 90 o plutonio 239-, que se liberaron en la atmósfera prácticamente de modo simultáneo y que han ido depositando sobre la superficie terrestre también de modo sincrónico. Con lo cual, independientemente de que estemos en el jardín de una casa, en un monte o en el fondo del océano, hay un registro de esos isotopos radioactivos artificiales en todo el planeta. Por lo tanto, esos cambios son medibles, están en los sedimentos y pueden ser un buen elemento indicador del Antropoceno.

A la hora de definir la fecha en la que entramos en el Antropoceno, puede ser que las cosas se empiecen a aclarar porque hace pocas semanas, una publicación en la revista Nature, afirmaba que el Antropoceno comenzó alrededor del año 1610 o del 1964. ¿Qué opinas?

Esta publicación que has mencionado de los autores Lewis y Maslin, baraja dos fechas con las que desde el grupo de trabajo del Antropoceno al cual pertenezco no estamos de acuerdo. El nuestro en un grupo oficial de la Comisión Estratigráfica Internacional, y del mismo modo que el IPCC se encarga de acumular información sobre el cambio climático y emite un informe cada seis años, en el grupo de Antropoceno tenemos el encargo de emitir un informe que se presentará el año que viene en un congreso; para que, oficialmente, la comunidad científica empiece a discutir sobre este concepto.

De hecho, hemos escrito una contrarréplica mostrando nuestro desacuerdo con lo señalado en esa publicación.

¿Por qué no estáis de acuerdo?

Porque ellos, con la hipótesis de 1610, observan un pico decreciente en la cantidad de CO2 en la atmósfera y consideran que esto se debe al exterminio de los amerindios por parte de los colonizadores europeos causando el abandono de las prácticas agrícolas y el recrecimiento de masas boscosas en América. Por lo tanto, esas masas boscosas extraerían más CO2 de la atmósfera y provocarían ese pico negativo, ese descenso.

Lo que ocurre es que ellos no discuten que también hay otros descensos a lo largo de los últimos miles de años, incluso dentro de los últimos mil años cuando estos podían deberse a las actividades humanas. Pero también hay procesos naturales, como la dinámica del océano, que explicarían sin ningún problema, ese descenso de CO2 sin necesidad alguna de que intervengan los humanos; es decir, sin ser una causa de origen humano.

¿Qué pasa con la otra fecha que proponen? Ellos hablan de un pico en la lluvia radioactiva; puede parecerse a la hipótesis que has dado por más válida…

Respecto al año 1964, es verdad que esta designación tiene parte del razonamiento similar al que he comentado antes, el de la gran aceleración y de la explosión de bombas atómicas. De hecho, ellos utilizan ese año en concreto porque fue un momento en el que el carbono en la atmósfera se alteró por las explosiones atómicas y el carbono 14 -que es a parte de ser un isotopo natural, también uno de los productos de las explosiones atómicas-, se vio alterado ese año.

Lo que ocurre es que en geología, cuando se establece un límite, no se utiliza como límite el pico de un proceso, sino el inicio de ese proceso. Ellos utilizan el año 1964 que es el pico sin tener en cuenta que el proceso de detonación de bombas atómicas comienza en el año 1945 y empieza a ser detectable en el año 1952. Por lo tanto, se parece a la hipótesis de la gran aceleración, pero no compartimos esa fecha de incio porque consideramos que el proceso comienza antes con las primeras detonaciones atómicas.

Después de 15 años de debate desde que se acuñó el término, todavía no hay cátedra. ¿Cuándo se establecerá, al fin?

Es difícil de saber porque la comunidad geológica es una comunidad muy conservadora puesto que trastocar el orden de los tiempos geológicos es una cosa demasiado importante como para que se tome a la ligera. La función que tenemos desde el año 2006 en el grupo de trabajo de Antropoceno es justamente reunir la información, ordenarla, discutirla y presentar un informe el año que viene en Sudáfrica en un congreso internacional de geología. A partir de ahí se empezará a discutir por parte de las diferentes comisiones nacionales e internacionales de geología. Posiblemente no se llegue a una aceptación o rechazo formal del concepto hasta dentro de, al menos, entorno a unos 10 años.

Lo mismo ha ocurrido con otros tiempos geológicos. Este puede ser novedoso debido a que interviene nuestra especie y, sobre todo, supone una acusación al modela político y económico que tenemos en este momento. Esto evidentemente hace temblar ciertos cimientos e introduce dentro de la ecuación no exclusivamente una discusión científica o geológica, sino también de tipo político, sociológico, etc.

¿Que significa que entremos en una nueva era marcada por las acciones del ser humano sobre el planeta?

A la larga, si sacamos a nuestro planeta de su variabilidad natural, pueden ocurrir procesos hasta ahora desconocidos. Esto no significa que vaya a ocurrir algo que nunca haya ocurrido en los miles de millones de años de la historia del planeta, sino desconocidos en cuanto a su intensidad y a sus consecuencias. Es decir, si ahora estamos preocupados como sociedad humana, a nivel planetario por el cambio climático, no es porque nuestro planeta nunca haya experimentado un cambio climático; al contrario, los ha experimentado miles de veces.

Lo que ocurre es que por primera vez las sociedades humanas son conscientes de estar amenazadas en cuanto a su riqueza, a su funcionamiento, sus estructuras, etc. y es por eso que nos preocupa e intentamos corregirlo, adaptarnos o tomar medidas paliativas para que los efectos del cambio climático o no se produzcan, o sean menores. En este caso la actividad humana es la causa; pero no solo eso, además, somos los humanos el origen y el principal perjudicado de ese proceso, porque con ello vemos amenazado nuestro sistema social, económico y político.

Lo fascinante es que tenemos esa capacidad, porque somos el único animal capaz de pensar, de razonar y de darse cuenta de cuáles son las consecuencias de sus actividades; y, por lo tanto, también tenemos la capacidad -si lo queremos mirar desde el punto de vista optimista- de corregir el rumbo y de entender qué es lo que estamos haciendo mal para hacer que el Antropoceno no se desarrolle más o que se convierta en un punto anecdótico dentro de la historia de nuestro planeta.

Eso sí, corregir el rumbo significaría cambiar por completo el modelo que tenemos…

Claro, por eso es muy difícil conseguirlo. Porque las sociedades humanas actuales son progresivamente más complejas, hay cada vez más intereses. Somos sociedades en este momento hiperconectadas entre nosotros y la mayor parte de la población humana por primera vez en la historia vivimos en ciudades. Ello implica que tenemos un modelo de consumo y un modelo social prácticamente similar en todo el planeta; un modelo que es muy depredador y destructivo para el planeta. En consecuencia, cada vez se hace más difícil corregir el rumbo porque los intereses creados y las fuerzas que están en juego, las resistencias que están en juego, son también muy importantes.

Por ejemplo, en el tema del cambio climático, cuando el 99,9% de la comunidad científica ya ha alertado desde hace años sobre el proceso de cambio, sin embargo, hay lobbys muy potentes que están metiendo ruido para trasladar a la sociedad la idea de que no hay unanimidad, de que todavía hay mucho que discutir, etc. Todo para que sigamos sin tomar medidas que puedan corregir este proceso de cambio climático.

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