Koikili Lertxundi: “El positivismo me da un gran empuje para desarrollar nuevos objetivos y retos”

 

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LIBE MIMENZA CASTILLO – BBN

 Consulta en euskera la versión íntegra de la entrevista en profundidad con Koikili Lertxundi

Koikili Lertxundi (Otxandio, 1980) no necesita una presentación extensa: es un conocido ex futbolista del Athletic Club. Hasta ahí, el Koikili que todos conocemos. Sin embargo, muchos no sabrán que su modo de vida va más allá del balón. Compraron el edificio del albergue Koikili Aterpetxea en marzo del año pasado y después de renovarlo por completo, abrieron sus puertas en diciembre. En la calle Artekale (calle principal de Otxandio) se funden estilo rústico y moderno en seis habitaciones con 26 plazas en total; algunas son para grupos amplios de 4 a 6 personas y otras para parejas en busca de intimidad. Las habitaciones llevan el nombre de los barrios y los montes vecinos y en las paredes se leen las palabras del euskaltzale y escritor de Otxandio Bitor Kapanaga. Esas líneas en la pared son parte de su filosofía, un buen ejemplo de los cuatro pilares que sustentan sus proyectos: el euskera, el deporte, las personas y la naturaleza.

Koikili Lertxundi es una persona con los pies en la tierra y las manos en la masa. Hablador, cercano, auténtico… En pleno invierno, nos hemos citado alrededor de la mesa para hacer frente con la comida al frío que se cuela hasta adentro en las calles de Otxandio. La cocina casera nos ha caldeado las entrañas y las palabras de Koikili han despertado nuestra conciencia.

“Natura da sortzaile, pertsona natura da. Arima da hizkuntza, arimaren hizkuntza gara. Itzarri dezagun gure kirola: euskara!” (La naturaleza es la creadora, la persona es la naturaleza. El alma es el idioma, somos el idioma del alma. Despertemos nuestro deporte: euskera!). Ese es el mensaje que leemos en la recepción del albergue Koikili. ¿Cómo entendéis y desarrolláis esos valores?

Tanto el euskera, el deporte, la naturaleza como las personas son ámbitos amplios, así que nosotros intentamos ofrecer un servicio que los una y que, en definitiva, sea beneficioso. No es una condición previa, pero sí nos gustaría que nuestros clientes tengan respeto por esos valores que nos definen a nosotros. Por ejemplo, a la forma que tenemos de entender el deporte.

Y, ¿cómo lo entendéis?

El deporte es un campo que está muy encaminado hacia el mundo profesional y mucha gente piensa que solo existe el deporte profesional. Sin entrar en el debate que intenta diferenciar entre el deporte y la actividad física, definimos cuatro tipos de deporte: el profesional, el de rendimiento, el deporte escolar y el modelo relacionado con el ocio y la salud. Nosotros creemos y defendemos que los principios del deporte están en ese modelo e intentamos fomentarlo. Los valores que engloba ese modelo son, además, los motivos de la afición deportiva. Yo, por ejemplo, me siento deportista y aficionado deportivo y en el origen de mi afición siempre ha habido valores que han sido muy importantes para mí: la salud, el ocio, la solidaridad, la amistad… Precisamente lo que no se remarca en la calle; por desgracia, la gente entiende el deporte siempre de la mano de la competitividad.

En el mundo del deporte hay un tema que no se menciona tanto pero que a ti te interesa mucho: el deporte escolar.

El modelo del deporte escolar, lamentablemente en Bizkaia, está enfocado al deporte profesional con la vista puesta en el Athletic, en Susaeta, Muniain, Ibai Gomez… Nosotros opinamos que debería de estar enfocado hacia los principios del deporte y trabajar con los más jóvenes los valores más esenciales que he referido antes.

Algunos padres están en contra de ese modelo no competitivo que tú señalas; quieren que sus hijos entren en los clubes cuanto antes, sobre todo si hablamos de fútbol…

Eso es por la influencia del Athletic, y es curioso porque el Athletic no se pronuncia sobre ello; ni a favor, ni en contra. El Athletic tiene su propio sistema y en él se incluyen los equipos de los jóvenes. Ese planteamiento se ha reproducido en los demás clubes, eso es irreal. Dentro de los clubes hay tres tipos de equipos que están liderados por aquellos en los que el Athletic se fija. Esos clubes de nivel quieren seguir el mismo modelo que los rojiblancos, y no se dan cuenta que esa actitud perjudica a los niños porque condicionan sus comienzos.

Por lo tanto, tenemos dos modelos de deporte escolar: el sistema que mira hacia el deporte profesional o el sistema que tú defiendes y que pretende trabajar el desarrollo personal de los más jóvenes. Pero, ¿es posible llegar a la primera liga de la competición sin haber entrenado desde pequeño?

Ese es mi caso. Yo no entré en un equipo federado hasta los 14 años. Hoy en día es impensable que un jugador como yo ascienda hasta primera. A decir verdad no ha habido un caso como este en los últimos 20-30 años; pero el mío en vez de una salvedad, ¿por qué no es una referencia? Si yo he demostrado que teniéndolo todo en contra es posible llegar a la cima, ¿por qué no lo conseguirá otro? Es más, ¿por qué no fomentamos ese modelo?

No es tan importante enfrascarse en entrenamientos desde niño. ¿Cuántos de los que han empezado así han llegado, no a primera, sino por ejemplo a segunda? ¿Cuál es el porcentaje? Ese es un camino lleno de cadáveres. Muchos jóvenes comienzan desde pequeños en el deporte enfocado al mundo profesional, pero después, llega un momento en el que los clubes tienen que elegir entre los aspirantes que tienen para formar sus equipos; a consecuencia de esas decisiones muchos se quedan en la calle. Son jóvenes que se han preparado y se han sacrificado a lo largo de muchos años y un día son dezplazados. Estas personas que ven sus sueños mutilados, son cadáveres que se quedan por el camino de este modelo deportivo tan enraizado; algunos incluso llegan a odiar el deporte. Para empezar, estos jóvenes no saben diferenciar entre deporte y deporte profesional, y piensan que no existe nada más allá del fútbol. ¿Qué valores les transmitimos con este modelo? ¿Qué labor educativa hacemos?

Koikili Lertxundi es la cara más visible del grupo itzarri FOTO: BBN
Koikili Lertxundi es la cara más visible del grupo itzarri FOTO: BBN

Defines tu proyecto con cuatro valores: naturaleza, personas, euskera y deporte. ¿Son esos los valores que rigen tu vida?

Sí, para mí es un placer tener un proyecto como este porque, ¿qué es trabajo y qué deber? El deber se considera una carga, el trabajo, en cambio, no. Tener el fomento de estos valores como trabajo es un placer porque para mí es muy importante desarrollar mi persona y difundir los valores que a mí me han servido mediante mis proyectos. Si a alguien le vienen bien, ¡fenómeno! Se trata de influenciar de manera positiva: no atascarse con las cosas malas de la vida, dedicar a estas la atención justa que necesitan para poder tirar para adelante en la vida y, sobre todo, para salir adelante con más fuerza que antes. Casi siempre, estar enfocado en las partes positivas nos da más fuerza a cada uno de nosotros para seguir nuestro camino.

Yo soy partidario de esa filosofía, e intento vivir de esa manera. Creo que ese positivismo me da un gran empuje a la hora de establecer y desarrollar nuevos objetivos y retos. Yo me planteo así mi vida, y a mí me ha ido bien.

Eres conocido debido a tu trayectoria futbolística y eso se traduce también en éxito económico. Hoy en día son muchos los niños y los padres que sueñan con alcanzar esas metas. ¿Cómo se decide dejar esa vida tan fácil y cómoda? ¿Fue una decisión personal, o estuvo condicionada por las circunstancias?

Estuvo impulsado por las dos. Al fin y al cabo, en la vida hay muy pocas casualidades; siempre hay alguna causa. En mi caso, fue un camino lleno de causas lo que me llevó a tomar la decisión; una suma de todas las causas y también un poco de suerte.
Yo conseguí llegar a la primera línea de la competición y mucha gente piensa que ese mundo es de color de rosa, pero no todo es bueno. Bajo el éxito profesional y social se esconden un montón de cosas que ya con una edad no aceptas. ¿Cuál es el peor? Que ese mundo es un mercado de carne. El jugador es tratado como una pieza de carne y, cuando tú eres joven y tienes objetivos ambiciosos, no te preocupa tanto el hecho de sentirte casi todos los días como una pieza de carnicería.

Mis últimos años han sido bastante duros. Hace seis meses que dejé el fútbol profesional y ahora solo soy un aficionado en el Vulcano de Otxandio. El último año en el Athletic, en la época de Bielsa, fue muy duro; estuve apartado. Ese es un ejemplo del mercado de carne más cruel. ¡Siendo de Bizkaia y además sufriendo bullying en el Athletic, eso fue muy duro! Pero lo superé. Después, los dos años que he pasado en el Mirandés tampoco han sido muy buenos en ese sentido, aunque ha habido otros aspectos que han sido muy positivos.

El fútbol es un mundo lleno de oportunidades. Por ejemplo, te brinda la oportunidad de conocer a mucha gente, pero al mismo tiempo, está lleno de tiburones e intereses; al final, no eres más que un trozo de carne.

Tú comenzaste con tus proyectos paralelos bastante antes de llegar a dejar el fútbol. ¿Por qué sentiste la necesidad de hacer otra cosa?

Yo de pequeño tenía muy claro que quería ser deportista; siempre he sido muy aficionado al deporte y de niño muy friki en ese sentido. Llegaba el fin de semana y no salía de casa: televisión, radio… y todos los deportes. Los únicos que no me gustaban eran la vela y el golf. Y esa afición la convertí en habilidad mediante la práctica, hasta que un día me di cuenta que me manejaba bien en la lucha, a pelota, encima de la bicicleta, en el frontenis, al fútbol… así que decidí que quería desarrollar esa pasión, profesionalizarme. Pero, eso sí, al mismo tiempo, también me desarrollé como persona mediante los estudios y otras actividades. Eso ha hecho que el cambio no haya sido tan traumático.

Estar tantos años centrado exclusivamente en el deporte, tal y como hacen muchos hoy, no es bueno. En vez de invertir todas las fuerzas en ese único campo es bueno dividir la energía y desarrollar unos cuantos ámbitos. Eso es importante para la especie humana; somos animales de costumbres, así que el haber comenzado nuevos caminos nos facilitará reducir el golpe del cambio. Si no te has dedicado a nada más que al deporte, llegará un día, por ejemplo entorno a los 35-40 años, en el que se finaliza tu etapa de deportista profesional y con ello la forma de vida que habías conocido hasta entonces. Tendrás que empezar de nuevo en ese momento y desde cero porque más allá del fútbol serás un ignorante. Para muchos, eso es un gran problema a pesar de tener éxito o mucho dinero. ¿Cómo termina esa gente? Muy mal. Les ha desaparecido el único campo que controlaban y la admiración que ello generaba en la sociedad; es más, esa admiración poco a poco se vuelve en su contra. Ese suele ser un momento muy difícil y se está trabajando mucho en ese sentido hoy en día con los jugadores. Se está trabajando para que no acaben arruinados, emocionalmente destrozados, enganchados al alcohol o a las drogas.

¿Qué te llevó a crear una empresa?

Creamos la empresa por un miembro de la familia. Le dimos la vuelta a su enfermedad y generamos una oportunidad; una vía para asegurar su desarrollo personal y profesional. Por ello, la creación de la empresa tiene un significado sentimental, vital especial para mí.

Hoy en día, esa persona sigue trabajando en la empresa y a mí, ayudar a una persona que estaba mal y hacerle llegar algo de luz, ese esfuerzo, me llena mucho; no hay nada que tenga más valor que eso.

En Itzarri Consulting ofrecemos servicios de desarrollo personal y profesional. Por un lado, fomentamos el euskera mediante el deporte y por otro, ofrecemos servicios para ayudar a las personas en su desarrollo.

Y, entonces, con la empresa en marcha, comenzastéis a vender sistemas participativos a las empresas. ¿Pero en el tejido empresarial vasco, la cultura participativa no está muy arraigada, no?

Hoy en día se habla mucho sobre las personas y sobre los sistemas participativos. En la forma sí que hay cambios, por ejemplo, las cooperativas. Por desgracia, en muchos casos estructuralmente se organizan de la misma forma que las otras empresas, es decir, con sus peculiaridades pero de manera jerárquica. El cambio es difícil porque el freno para establecer sistemas participativos es la propiedad privada. La propiedad es la base del sistema capitalista; la propiedad es la que mueve la economía, la política, la que establece las relaciones sociales… Y cuando aquí la propiedad pesa tanto, se hace difícil desarrollar sistemas participativos. Nosotros lo estamos intentando, y poco a poco vamos avanzando en nuestro campo de influencia; por lo menos, ya hemos conseguido que conceptos como participación o solidaridad sean importantes.

Desarrolláis sistemas participativos y también alentáis el desarrollo personal y profesional mediante el autoconocimiento. ¿Se ha desprendido el coaching de la etiqueta negra de la psicoterapia y se ha puesto de moda hoy en día? Últimamente términos como autoconocimiento o autodesarrollo se escuchan cada vez más. ¿Por qué están tan de moda? ¿Igual porque las personas por nuestra condición humana perseguimos la felicidad y el desarrollo personal puede ser una vía hacia ella?

Sí, totalmemte de acuerdo. Vivimos una mezcla de los factores que has nombrado. Dentro del desarrollo personal encontramos un grupo de profesionales que cree en ello sinceramente e intenta, día a día, demostrar su valor. En nuestra empresa, por ejemplo, formulamos esa intención sincera desde el nombre: el concepto Itzarri significa «despertar» en euskera vizcaíno. Nos llamamos así porque trabajamos para despertar el conocimiento, el carácter, la personalidad y las capacidades de cada uno. Para ello aplicamos diferentes métodos, entre otros el coaching o el eneagrama.

Por supuesto, también hay gente que ha visto dinero bajo la etiqueta del desarrollo personal o el coaching y están aprovechándose para hacer negocio. Esos no creen en el valor del autoconocimiento o el desarrollo.

Y por otro lado, hay un grupo de gente cada vez mayor con interés en torno a estos temas. Vivimos tiempos en los que el tema laboral es una realidad muy dura, incluso para la gente que está muy preparada. Hoy en día, se mira más allá de los estudios, en concreto, cada vez más, a la personalidad. Para nosotros, ante una selección de personal en una oferta de trabajo es más importante la actitud que los estudios o la experiencia laboral previa.

Porque cuesta mucho más adquirir una actitud que aprender unos conocimientos…

Claro. Además, hoy todo está tan especializado que ya cualquiera no vale. Si tú ya tienes las capacidades propias que exige un trabajo determinado, el empleado funcionará automáticamente y tendrá la opción de crecer como persona y profesional en ese oficio. De ese modo, tanto la persona como la empresa, los dos, saldrán ganando. Ese equilibro es lo que buscamos con los servicios que ofrecemos.

Pero si una empresa conoce los puntos fuertes de sus aspirantes también conocerá los débiles… ¿Esa práctica no incita a la manipulación de las personas?

Piensa por un momento: si a lo largo de nuestra vida consiguiéramos convertir algo que nos gusta en nuestro oficio y trabajar en una empresa propia (o una empresa de un tercero pero que nos da la opción de crecer como persona y profesional), eso creo que sería mejor que un horario y un sueldo. Por desgracia, muchos jóvenes eligen un horario, un sueldo y algo que no les comprometa mucho; igual eso les hace felices, yo lo pongo en duda.

Pasamos a diario unas ocho horas en el trabajo; muchos años de nuestra vida. ¿Nos llena el trabajo que tenemos? Cuando realizas un trabajo que no te gusta a cambio de un sueldo, tu único valor es el económico. ¿Dónde queda tu desarrollo personal? ¿Y tu desarrollo profesional? Eso estará limitado. Algunas personas, por supuesto, buscan ese desarrollo en otros campos, por ejemplo en el ocio. Pero hay que plantearse que lo podemos alcanzar en el trabajo; ¿por qué no convertir lo que nos gusta en oficio? ¿Hay algo más satisfactorio que eso?

Naturaleza, deporte, personas y euskera guían a Koikili FOTO: BBN
Naturaleza, deporte, personas y euskera guían a Koikili FOTO: BBN

¿Ha alcanzado Koikili Lertxundi esa satisfacción?

Yo me siento realizado. Me he esforzado mucho, pero eso me da la gasolina que necesito para seguir hacia adelante, marcarme nuevos objetivos e indagar nuevos caminos. El pasado me ha llevado a ser lo que soy, pero yo no estoy mirando hacia atrás. ¿Por qué? Porque tengo muchos retos por delante. Eso es importante en la vida; tener objetivos y estar motivado para abordarlos. Ahora, afortunadamente, tengo más tiempo para hablar conmigo mismo y suelo pensar que he hecho muchas cosas, que en poco tiempo he estado metido en muchas iniciativas y me pregunto a mí mismo: ¿Para qué meterme yo en tantas historias? Pero es que tengo la sensación siempre de que me queda algo por hacer. No sé qué. Pero siempre estoy en busca de nuevos retos, esa actitud es parte de mi forma de ser. Es que, ¿y si me muero mañana, qué? Sería una pena muy grande. Yo no me quiero ir de aquí. Quiero disfrutar esta vida de pleno y llegar a realizar todas las cosas que pueda. Ese es mi planteamiento: un poco de emoción en la vida.

Algunas de tus experiencias más emocionantes estarán unidas al campo. ¿Qué ha sido el fútbol para ti?

Por un lado una forma de vida, pero antes que eso una pasión. Me ha traído un montón de cosas buenas, sobre todo porque al ser el fútbol un deporte de equipo, te da la opción de conocer a un montón de gente. Yo, por ejemplo, he pasado por 8-9 equipos de fútbol y en cada uno de ellos habré conocido a unas 25 personas anualmente; 250 personas más o menos en diez años. Pero, ¿cómo es posible que en un campo que te da tantas opciones haya tan pocos amigos de verdad?

Quiero destacar a Vulcano, porque comencé en este club y voy a acabar en él. Y claro, los años del Athletic han sido muy importantes para mí. Porque yo he sido del Athletic desde que era muy niño, así que después, poder vivir eso desde dentro ha sido maravilloso. Además, ganar al Madrid fue precioso, más que una final. Fue una gozada, disfrutamos mucho la victoria. Has vivido ese partido especial desde pequeño y pude ser protagonista en San Mamés y además, protagonista in situ del tortazo que les solemos dar una vez cada diez años. Fue precioso, eso no se olvida.

Y hoy en día, ¿qué son para ti el albergue Koikili, las empresas del grupo Itzarri, el pueblo Otxandio…?

Para mí es un gran reto. Quiero fusionar naturaleza, deporte, personas y euskera y convertir el albergue en punto de encuentro de esos valores y de sus aficionados. El tesoro que encontrará el visitante está sobre todo entre Anboto y Gorbeia (los dos montes más altos de Bizkaia), así que si mediante este proyecto conseguimos enamorar a nuestros clientes de nuestro entorno, tal y como lo estamos nosotros, eso sería increíble. Para mí ese es el reto: activar un modo de vida centrado en esos cuatro valores. Muchas veces, los que vivimos aquí no valoramos lo que tenemos cerca, pero si tú miras alrededor… Aquí en Otxandio tenemos un paisaje natural precioso: estamos a mitad de camino de los parques naturales de Urkiola y de Gorbeia y tenemos cerca también el pantano, así que este es un sitio ideal también para los que les gustan las actividades relacionadas con el agua. Si conseguimos que el visitante disfrute de todo esto tanto como nosotros, seguramente, Otxandio se convertirá en referencia y nos identificarán con un modo de vida sano. Porque cuando vuelvan a casa después de estar aquí, volverán con una buena sensación; tenemos que hacer que lo pasen bien, hacer que desconecten y que se llenen de energía para afrontar el día a día. ¡Conseguir todo eso sería maravilloso!

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